"Desde la adversidad"

francisco.ertze@icami.mx

Me comentaba un amigo al que le gusta la pesca que el salmón canadiense tiene un sabor más agradable y saludable ya que es muy rico en proteínas y bajo en grasas. Esto se debe al enorme esfuerzo que ejerce en su lucha por remontar aguas arriba los ríos. Inmediatamente, relacioné este fenómeno con lo que nos ha ocurrido al enfrentar las adversidades por las que hemos tenido que pasar a lo largo de estos más de diez meses de la pandemia del Covid. Es indudable que este largo período –que sabe Dios sabe cuándo terminará- nos ha fortalecido y enseñado aprendizajes nunca imaginados. Describo a continuación cuatro casos conocidos que lo ilustran de manera clara.
Decía Fedor Dostoievski: “No hay desgracias para los corazones débiles, la desgracia quiere un corazón fuerte”. Y así fue como Nelson Mandela tuvo que sufrir 27 años en la cárcel (1963 a 1990), por rebelarse ante un racismo denigrante y defender sus convicciones políticas sobre la convivencia humana. Durante ese período le negaron –entre otras muchas cosas- los permisos de enterrar a su madre y a un hijo por temor a que lo secuestraran. Una vez cumplida la sentencia, sale con su corazón fortalecido y llega a la presidencia de su país Sudáfrica y obtiene el Premio Nobel de la Paz en 1993. De no haber padecido la privación de su libertad difícilmente se hubieran dado las circunstancias que le permitieran liberar a su pueblo de las injusticias propias del crudo racismo al que fue sometido.
Andrea Bocelli, desde pequeño padeció un glaucoma que le impedía ver con claridad; a los 12 años, jugando futbol recibió un balonazo en el ojo; la hemorragia le dejó completamente ciego. En una entrevista que le hicieron Andrea comentó: “Curiosamente, mientras la naturaleza me quitaba algo valiosísimo, la vista, me daba otro regalo, la música. Uno solo ve claramente con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”. Y al superar su adversidad salió fortalecido hacia una brillante carrera artística y una vida llena de sentido.
Helen Keller, quien a los 19 meses de edad tuvo una grave congestión que le afectó al estómago y a la cabeza con efectos demoledores al quedarse sorda, muda y ciega. Con la invaluable ayuda de otra gran mujer -Miss Anne Sullivan- supo enfrentar la adversidad y salir adelante. Helen vivió 87 años, se graduó en posgrado en Artes en Radcliffe College (el ala femenina de Harvard University en esos años) y llegó a ser escritora, oradora, ensayista, activista política, sindicalista, activista por la paz y lingüista.
El actor que vivió el papel de Superman, Christopher Reeve, sufrió una terrible lesión en la columna vertebral dejándolo tetrapléjico a los 42 años de edad debido a una fuerte caída al practicar salto con su caballo (llamado “Buck”) Christopher nunca dejó de luchar para que la medicina avanzara a pasos más ágiles en los trasplantes de médula ósea. A partir de ese desastre volvió a encontrarse con su padre, después de haber tenido continuas disputas que les llevaron a separarse por más de 7 años sin dirigirse la palabra. Él aseguraba que de no haberse presentado esta adversidad no hubiera sido posible ese fabuloso reencuentro.
Y así podría seguir mencionando más ejemplos de hombres y mujeres que supieron ver en la adversidad un por qué o para qué enfrentar aquello que se presenta a todas luces como algo desfavorable y lleno de contrariedades.
Aquello que nos supone temor, angustia o incertidumbre. Como bien dijo Friedrich Nietzsche: “Quien tiene un por qué para vivir encontrará casi siempre el cómo”. La clave está en las razones y motivos que podamos encontrar para tener la actitud y el valor de enfrentar la adversidad de manera serena y optimista. Podemos tener la seguridad de que saldremos más fortalecidos y con mayor aprendizaje de este largo período que nos está tocando vivir, sabiendo que contamos con la ayuda de Dios y de nuestros seres queridos y amigos.
Director General y Profesor del Área de Antropología y Ética
ICAMI, Centro de Formación y Perfeccionamiento Directivo, Región Noroeste