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"Opinión"

"Desvalidos"

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    lqteran@yahoo.com.mx

    La esperanza de alcanzar niveles de bienestar en la población del país marcha por buen camino, el informe del Inegi de la semana pasada, pronostica cifras de mejoramiento. La ciudadanía tiene certeza en la solidez de la riqueza nacional y, pese al descomunal saqueo a que ha sido sometida, mantiene un positivo índice de desarrollo; administrada la economía con honradez nuestro país puede crecer y sorprender al mundo.

    Demostrando a tirios y a troyanos que la corrupción y la impunidad han sido los principales males que venían produciendo extrema pobreza y mil cosas negativas más, al grado que pusieron al País en un predicamento. Y esos males sociales se multiplicaron sobre todo en las clases más débiles, sumiéndolas en carencias dramáticas; la principal: su subsistencia, que cada vez se hacía más difícil resolver. Hoy los programas de bienestar, que el gobierno ha echado a andar, en algo mitigan sus calamidades, nuevas estrategias los animan a percibir un futuro distinto, donde prevalezca la justicia sobre todas las cosas.

    Se empiezan a ver hechos que en el próximo pasado era imposible que sucedieran, sobre todo -reiteramos- por la corrupción y la impunidad que contaminaron rubros sensibles de la vida nacional. Y es que de plano el modelo neoliberal venía dejando a los desvalidos sin voz y sin libertades; esa es una realidad inobjetable. Estamos ciertos que hoy se viene luchando desde el gobierno porque en el país prevalezcan los valores de la familia y, en general, se rescaten las tradiciones que siempre han prevalecido sobre el mal, en todas sus expresiones.

    Tenemos que convenir que la patria tiene nuevo rumbo, las clases populares ven con buenos ojos que se luche con denuedo por la prosperidad de la población y que sean reducidas las desigualdades sociales, ostensibles en la actualidad; en pos de esas metas se mueve ahora la conciencia nacional, que como nunca está alerta a que se cumpla el programa de regeneración nacional.
    El cambio está planteado en el sentido de que la pobreza deje de ser el peor rezago que padece el País. En la medida que se avance en reducir los millones de pobres, en esa medida la Nación entrará en desarrollo, produciéndose una equidad más justa en el reparto del ingreso per cápita, ampliándose los beneficiados en las capas más abandonadas de la Nación.

    Los indicadores de la economía nacional señalan un comportamiento positivo en el desarrollo del país, pese a que los nostálgicos del pasado que se pretenden analistas no cesan en pronosticar desastres y desdeñan todo lo que propone el Presidente, sobre todo lo que tiene que ver con los mega-proyectos para levantar la economía y que se vienen poniendo en marcha. Estamos convencidos de la justeza de los planes de desarrollo del actual régimen, los críticos a todo le ponen peros, se van frustrar en sus vaticinios.

    El tiempo los va poner en su justo lugar, pronto se va a ver de parte de quién estaba la razón; por lo pronto, en lo que a la ciudadanía atañe, hay un optimismo en cuanto al futuro de la cuarta transformación, ésta camina a paso firme y a puerto seguro. Sus críticos, en muchos casos, están de espaldas a la realidad social y política, nostálgicos de un modelo privatizador que lo único que hizo fue concentrar la riqueza en unos cuantos privilegiados. El sentido del voto fue mandatar que se adoptara un programa económico más justo y equitativo: la patria debe ser para todos, no para unos cuantos.

    Se había tomado un sendero equivocado, donde la sociedad estaba pagando los platos rotos, por errores y en muchos casos por el grado de corrupción que había llegado a niveles inconcebibles; eso no podía continuar, la más elemental lógica así lo señalaba, por lo que los ciudadanos tomaron la decisión de cambiar el rumbo, con una nueva alternativa: combatir a fondo la corrupción y esa acción empieza a dar frutos.

    En esa lucha se encuentra inmersa la ciudadanía, construyendo su futuro, con la seguridad plena que se logrará construir un México más igualitario, pese a todos los contratiempos que se atraviesen en el camino. La marcha de México es ascendente y nada ni nadie lo impedirá.

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