El adjetivo cardial es poco usado, pero hace referencia a la actividad del corazón. Como pretendemos hablar de dicotomía es preferible usar este adjetivo, pues cardiaco o cardial no expresan coherentemente el mismo significado.
La dicotomía cardial está manifestada en la frase de Pablo en la carta a los Romanos: “No hago el bien que quiero sino el mal que no quiero” (7,19). Significado que retomó Erich Fromm en su libro El corazón del hombre, para indicar la ambivalencia entre biofilia y necrofilia. Cuando rige la biofilia se ama la vida; cuando predomina la necrofilia se prefiere la destrucción y la muerte.
“En este punto, cuando hablo de la vida y de la muerte, no me refiero a los estados biológicos, sino a los estados del ser, de relacionarse con el mundo. La vida significa cambio constante, nacimiento continuo. La muerte significa dejar de desarrollarse, dejar de evolucionar, cosificación, repetición. El triste destino de muchos es no llevar a cabo la elección. No están ni muertos ni vivos. La vida se vuelve un lastre, una actividad sin propósito, y estar ocupado constituye un medio de protegerse contra la tortura de existir en la tierra de las sombras”, señaló.
Los más de mil asesinatos cometidos en el estado son prueba fehaciente de la grave dicotomía cardial. “Sólo una parte nuestra es sana: sólo una parte nuestra ama el placer y el día más largo de la felicidad... Nuestra otra mitad está demente. Prefiere lo desagradable a lo agradable, ama el dolor y la desesperación de la noche más oscura y quiere morir en una catástrofe que regresará la vida a sus comienzos y nada dejará de nuestra casa excepto sus cimientos ennegrecidos”, escribió Rebecca West en El cordero negro y el halcón gris.
¿Tengo el corazón dividido?
@rodolfodiazf