Dictadura democrática

    La democracia en la UAS debe ir más allá sólo del simple ejercicio de las votaciones; debe representar la plena libertad de opinar, pensar y actuar de manera distinta a la administración actual, sin temor a represalias. Asimismo, debe garantizar el respeto absoluto a nuestros derechos como académicos, trabajadores o estudiantes.

    Una democracia puede transformarse en una dictadura de la mayoría o en una dictadura democrática, en la cual el poder central utiliza las votaciones como un simulacro de ejercicio democrático para consolidar una agenda de intereses particulares dentro de su propio sistema. Un ejemplo emblemático de esta distorsión fue el régimen priista del siglo pasado, que durante 70 años perpetuó su poder mediante lo que se denominó una “dictadura perfecta”, repitiendo cada seis años el mismo ritual de elecciones simuladas que carecían de verdadera competencia democrática.

    La democracia por fin ha regresado a la Universidad Autónoma de Sinaloa, tras casi 20 años de haber sido anulada. En 2006, un cambio en los estatutos de la institución eliminó el proceso de votación democrática y lo reemplazó por un comité de postulación, concentrando el poder en un reducido grupo. Sin embargo, a finales de 2024, se logró recuperar el derecho a elegir a sus autoridades mediante un proceso verdaderamente democrático, marcando el inicio de una nueva etapa para la universidad.

    Este avance fue posible gracias a la reforma a la Ley Orgánica de la UAS, que ahora permite la elección de sus autoridades mediante el voto libre, secreto y universal. Sin embargo, la lucha por la democratización de nuestra institución no termina aquí.

    La democracia en la UAS debe ir más allá sólo del simple ejercicio de las votaciones; debe representar la plena libertad de opinar, pensar y actuar de manera distinta a la administración actual, sin temor a represalias. Asimismo, debe garantizar el respeto absoluto a nuestros derechos como académicos, trabajadores o estudiantes.

    Es evidente que la aprobación de la reforma a la Ley Orgánica no ha sido suficiente. Como hemos evidenciado en este espacio, los derechos laborales y académicos continúan siendo violados, como lo demuestra el reciente descuento del aguinaldo o el incumplimiento en el pago de las becas al desempeño académico. Aún queda mucho por hacer para consolidar una auténtica democracia en nuestra Universidad.

    Con este fin, es absolutamente necesario desarrollar contrapesos dentro de la Universidad para evitar que su democracia se convierta en una dictadura democrática. De lo contrario, se perpetuaría una fantasía mediante una elección que solo mantendría el statu quo de nuestra centenaria casa de estudios.

    Dos organismos fundamentales para ejercer estos contrapesos son el Honorable Consejo Universitario (HCU) y el Sindicato Único de Trabajadores de la UAS (Suntuas). Su papel es clave para garantizar una verdadera democracia que represente los intereses de toda la comunidad universitaria.

    El HCU debe ser un organismo verdaderamente plural, compuesto por profesores, estudiantes, directores y autoridades universitarias que, con base en la pluralidad de ideas, promuevan el bienestar y desarrollo de toda la comunidad universitaria. Su función no debe ser el simple instrumento de resonancia para las decisiones de la administración actual, ni muchos menos para beneficiar a un grupo político que no representa los intereses académicos.

    Es imprescindible que el HCU represente de manera genuina a la comunidad universitaria, convirtiéndose en un espacio donde se discuta y defina el rumbo de la institución. Este organismo debe ser el portavoz y estandarte de las verdaderas necesidades de los universitarios, priorizando siempre el fortalecimiento académico, el respeto a los derechos de todos los integrantes de la comunidad y el impulso de una visión colectiva para el futuro de la UAS.

    De forma equivalente, el Suntuas debe enfocarse en su misión principal: defender irrestrictamente los derechos de los trabajadores académicos y administrativos. No puede limitarse a respaldar decisiones unilaterales de la administración en turno, sino que debe actuar como un auténtico representante de los trabajadores.

    Un sindicato sólido representa colectivamente a los docentes y administrativos de todos los niveles, protege sus derechos laborales y promueve condiciones de trabajo justas. Es fundamental que el Suntuas recupere esta esencia para ser un verdadero defensor de la comunidad académica y un motor de cambio en la Universidad.

    Como comunidad de estudiantes y profesores, tenemos la responsabilidad de luchar activamente por consolidar la democracia en nuestro centro de trabajo. No podemos permitir que una dictadura disfrazada de democracia tome su lugar. La democracia no solo se trata de votar, sino de garantizar la libertad, el respeto a nuestros derechos y la construcción de un entorno justo y plural.

    Es nuestra tarea promover la participación informada y exigir procesos transparentes que representen los intereses genuinos de toda la comunidad. Sólo así podremos construir una verdadera democracia, basada en la igualdad y el respeto mutuo, que fortalezca nuestra Universidad y sus valores fundamentales.