Dilapidar

26/07/2023 04:00

    No podemos eludir que han comenzado los escarceos políticos rumbo a la contienda electoral por la Presidencia de la República del 2024. De manera notoria, en la escena de la vida nacional, el ajetreo político va en aumento, teniendo como principales protagonistas al partido Morena, en el gobierno, con su popular plan de bienestar y democracia; y, enfrente, al prianismo, desdibujado en un Frente opositor, conformado por los partidos de derecha, nostálgicos del pasado. Esta disputa entre lo progresista y lo conservador se va a resolver el 2 de junio del próximo año, sin vuelta de hoja.

    La cosa es muy sencilla, como dice un dicho popular: “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Esto se aplica bien a la Oposición derechista, que ahora se quiere disfrazar de “progre”, aunque sistemáticamente se ha opuesto a las pensiones y programas de bienestar. Por más que se disfracen y hasta se pongan huipil, los ciudadanos los tienen bien clasificados, saben de sobra a qué intereses representan en el contexto nacional. Se equivoca la derecha al pensar que, con su discurso demagógico, los ciudadanos van a irse con la finta. Está fielmente comprobado que durante 36 años se dedicaron a dilapidar el patrimonio nacional, sin ningún escrúpulo.

    El pueblo está muy politizado y atento sobre qué partido político plantea la transformación del País; y cuáles son los partidos que defienden a los que han acumulado enormes fortunas al amparo del poder, que esquilmaron al País sin miramientos durante más de tres décadas. Ante esta realidad, el pueblo no perdona ni a los corruptos ni a los traidores a la patria. Y todo esto está documentado, no hablamos de oídas, hay fe pública de lo que señalamos.

    Los partidos de derecha no deben hacerse los occisos, están súper identificados como una élite corrupta que quiere volver al pasado, como una caterva de políticos sin principios ni valores, unidos sólo por la ambición de recuperar el poder. Por fortuna, las tendencias no los favorecen y los ciudadanos, con la contundencia del sufragio popular, van a impedir que los corruptos vuelvan al poder.

    Son demasiados conocidos, puro chapulín reciclado. La derecha está derrotada en esencia porque no puede dialogar con el pueblo raso, porque sus personeros son clasistas y racistas por antonomasia, no tienen empatía con los intereses populares; van por otro sendero: sólo favorecen a la oligarquía, desprecian al pueblo al que quieren explotar y esquilmar al máximo. Comparados con el verdadero pueblo, los conservadores son harina de otro costal, muy contrarios a los intereses de los trabajadores, de quienes luchan diariamente, a brazo partido, por ganar su subsistencia con la fuerza de su trabajo.

    Este país ha sufrido muchos malos gobernantes a lo largo de su historia. Los buenos se cuentan con los dedos de la mano. A pesar de esa calamidad, el país sigue contando con recursos naturales. Con buenos gobiernos, desterrando la corrupción, es posible salir del subdesarrollo y dar un salto para insertarse en el grupo de los países más desarrollados del mundo. Esa es la realidad y el futuro que le espera a esta gran nación.

    Por fortuna, desde el 2018, cuando el pueblo venció electoralmente al bloque oligárquico, representado por el prianismo, el ejercicio de la política ha dado un vuelco de 180 grados y, ahora, se gobierna con apego a los intereses de los ciudadanos.

    No necesitamos darle muchas vueltas al asunto, ahí están los hechos que demuestran objetivamente lo que señalamos. Sólo los que no quieren ver la realidad, siguen obcecados en sofismas, que no los llevan a ninguna parte. Mientras tanto, el pueblo celebra con alegría los avances alcanzados en este sexenio, muchos de ellos históricos, verdaderos parteaguas en el País. Simplemente obras como el Tren Maya, o la refinería Dos Bocas, ambas realizadas durante este sexenio, no tienen parangón con el pasado. Por eso, los ciudadanos se encuentran de plácemes al cuantificar la obra del gobierno de la cuarta transformación. Aunque la Oposición se desgañita, diciendo una sarta de infundios, los ciudadanos celebran con alegría la portentosa obra social del gobierno de la cuarta transformación, marchan seguros en consolidar su destino.

    El pueblo camina a buen puerto, más temprano que tarde va a alcanzar su plena liberación, va a gozar los frutos que le garantiza la Constitución, cuyo usufructo jamás deberá volver a ser para unos pocos, pero sí para todos los mexicanos.