Todos deseamos el éxito en nuestra vida, pero esta meta está vinculada estrechamente con la disciplina, como aseguró Truman Capote: “La disciplina es el ingrediente más importante del éxito”.
La palabra disciplina proviene de discípulo cuya raíz es el verbo latino “discere”, que significa aprender. Por tanto, cuando no hay disciplina no se puede aspirar a progresar, mejorar, avanzar y desarrollarse adecuadamente.
Hay muchos líderes, jefes, autoridades, maestros, padres de familia que se abstienen de disciplinar porque temen que se les considere arbitrarios, déspotas, trogloditas o retrógrados. Empero, conviene subrayar que sin disciplina no se pueden afianzar los planes ni alcanzar los objetivos y metas, así como la realización de los proyectos.
En ocasiones se teme a la disciplina porque se le concibe como camisa de fuerza, reprensión o una especie de castigo. Sin embargo, su cometido es, precisamente, a la inversa; lo que persigue es fortalecer la voluntad para que se forme un hábito que permita lograr todo lo proyectado. Hace muchos siglos, Aristóteles expresó: “Somos lo que hacemos repetidamente; por tanto, la excelencia no es un acto, sino un hábito”.
Stephen Covey, quien escribió el libro “Los siete hábitos de las personas altamente efectivas”, precisó: “La mayoría de las personas equiparan la disciplina a la ausencia de libertad... en realidad ocurre todo lo contrario. Sólo las personas disciplinadas son realmente libres. Las indisciplinadas son esclavas de los cambios de humor, de los apetitos y las pasiones”.
Los deportistas que compiten en las olimpiadas son un ejemplo claro de lo que significa la disciplina: sin su acicate, presión y rigor no serían capaces de dar lo mejor de sí. Lamentablemente, no todos los deportistas mexicanos y sinaloenses han dado muestra de rigor y disciplina, como ha trascendido en diversas noticias y videos.
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