El activismo social y la política son malas para la salud, pero son un mal necesario

    La política moderna y sus controversias diarias supone una carga emocional regular para las personas. Esto tiene implicaciones importantes, particularmente para los activistas que desean involucrar a las personas en la defensa de causas políticas sin dañar su salud mental.

    alberto.kousuke@uas.edu.mx

    En una conversación que tuve con unas amistades que pertenecen a distintos colectivos ciudadanos se llegó a la conclusión de que el activismo social perdió impulso por la pandemia y no se ha reactivado desde entonces (incluso después del Jueves Negro 2.0).

    La política es un factor estresante en la vida de muchas personas. La política no es un evento que afecta a nuestra sociedad cada tres años (temporada electoral), sino un elemento que se filtra en nuestra vida cotidiana.

    Un activista es una persona que se encuentra activamente en un esfuerzo a favor del cambio, usualmente en el ámbito político o social.

    Además de representar un riesgo directo a la integridad física, un estudio reciente publicado en el Journal of Personality and Social Psychology (https://doi.org/10.1037/pspa0000335) revela que estar constantemente inmiscuido en la política (o escuchar noticias sobre política) afecta la salud mental y el bienestar general de una persona.

    El grupo de científicos a cargo de este estudio seleccionó un grupo políticamente diverso de personas para que respondieran una serie de preguntas cada noche durante dos semanas sobre el evento político en el que pensaron más ese día, las emociones que sintieron en respuesta, cómo manejaron esas emociones, su bienestar psicológico y físico general ese día, y qué tan motivados se sintieron para participar en la acción política.

    En general, los investigadores encontraron que pensar en eventos políticos diarios evocaba emociones negativas en los participantes, a pesar de que la pregunta de la encuesta no había pedido a los participantes que pensaran en eventos políticos negativos. Los participantes que experimentaron más emociones negativas relacionadas con la política informaron una peor salud física y psicológica diaria en promedio, pero también informaron una mayor motivación para actuar en causas políticas al hacer cosas como el voluntariado o la donación de dinero a favor de grupos de activistas.

    En general, los resultados sugieren que la política tiene un efecto diario significativo en la salud y el bienestar de muchas personas.

    La política moderna y sus controversias diarias supone una carga emocional regular para las personas. Esto tiene implicaciones importantes, particularmente para los activistas que desean involucrar a las personas en la defensa de causas políticas sin dañar su salud mental.

    En cierto modo, se trata de una compensación entre el bienestar individual y el bienestar colectivo.

    Es necesario trabajar para identificar estrategias que las personas puedan usar para proteger su propio bienestar sin generar costos para el colectivo más amplio. Es importante que las personas tengan una variedad de herramientas que puedan usar para manejar el estrés crónico de la política cotidiana y, al mismo tiempo, mantener la motivación para comprometerse con la política cuando sea necesario.

    México enfrenta altos niveles de polarización política en un sistema mayoritariamente bipolar (izquierda y derecha) y unos medios que a menudo giran en torno a incitar a la indignación moral. El estrés de seguir las noticias puede afectar negativamente la salud mental y el bienestar de las personas, pero desconectarse también tiene ramificaciones.

    Hay estrategias que pueden ayudar a las personas a manejar esas emociones negativas, como distraerse de las noticias políticas, pero esas mismas estrategias también reducen el impulso de las personas para actuar sobre las causas políticas que les interesan.

    A final de cuentas, es nuestra decisión participar en la política o abstenerse de hacerlo. No obstante, no se puede culpar al proceso político por los cambios en nuestros derechos, nuestros representantes legislativos o las leyes establecidas, si nos mantenemos al margen. Nuestra participación o la falta de esta hace la diferencia entre que nuestros derechos se mantengan en su estado actual o que haya reformas que beneficien a la mayoría de la población.

    Nuestros intereses no se manifestarán si no estamos ahí para expresarlos, defenderlos y luchar por ellos.

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