El Acuerdo (ciudadano) de Glasgow para salvar el clima del planeta

    Las tímidas acciones que los diferentes gobiernos han tomado para enfrentar la crisis climática, a pesar del compromiso asumido en París en 2015, motivó que organizaciones y movimientos ecologistas, sociales y ciudadanos buscasen avanzar en la cruzada climática sin verse atrapados en los enredos de la política internacional.

    ¿De qué va el Acuerdo de Glasgow? Su propósito es recuperar la iniciativa de los gobiernos y las instituciones internacionales y crear una herramienta alternativa de acción y colaboración para el movimiento por la justicia climática. Hasta ahora, el movimiento por la justicia climática -entre ellas Greenpeace- se ha centrado principalmente en presionar a los gobiernos para que tomen medidas sobre el clima o para impulsar acuerdos internacionales más sólidos dentro del marco de Naciones Unidas. El problema es que, mientras tanto, las emisiones siguen aumentando. Es por eso que el Acuerdo de Glasgow (AG) propone que la sociedad civil cree su propio plan de acción, en lugar de esperar a que los gobiernos y las instituciones internacionales actúen con la ambición requerida. El AG tiene como objetivo utilizar una amplia gama de estrategias y tácticas, incluida la desobediencia civil, para lograr la disminución de emisiones necesarias para mantener el aumento global de la temperatura en no más de 1.5 grados centígrados para el año 2100.

    El nombre del Acuerdo remite a la ciudad escocesa de Glasgow porque la propuesta inicial fue adherir a este acuerdo durante la conferencia oficial de Naciones Unidas sobre cambio climático (COP26) que iba a llevarse a cabo el año pasado y fue pospuesta por la emergencia sanitaria derivada de la pandemia.

    Greenpeace adhirió formalmente al AG recientemente, reconociendo que no podemos esperar a que los políticos y el proceso de Naciones Unidas -las COPs- nos salven; y que se requiere de una alianza de justicia climática más fuerte a nivel mundial que reclame la iniciativa de los gobiernos y las instituciones internacionales para abordar el cambio climático y crear una herramienta alternativa. Participar de esta alianza no excluye, en el caso de Greenpeace, dejar de lado el trabajo de incidencia en la elaboración y cumplimiento de la política pública. En ciertas circunstancias, trabajar afuera y adentro de un centro de convenciones tiene su utilidad, ya que abona a fortalecer el multilateralismo y la gobernanza global. No obstante, este no es el foco de atención ni la metodología de trabajo dentro del AG. Participar de este acuerdo significa también fortalecer las alianzas con organizaciones y movimientos sociales, además construir un contra poder para detonar acciones reales, disruptivas, descentralizadas y coordinadas a nivel mundial para hacer frente a la crisis climática y detenerla.

    Como parte de este trabajo en alianzas se plantean tres puntos principales: construir relaciones sólidas y estratégicas con grupos de justicia climática; colaborar en la creación de un inventario que identifique a los peores contaminadores y actores responsables de las emisiones en su territorio; y crear de manera colectiva una “agenda climática” para acabar con la raíz de este problema de dimensiones globales y que trasciende generaciones.

    Con respecto a lo anterior, en México estamos haciendo lo siguiente: articulando el trabajo de 30 organizaciones en torno al tema del agua y la adaptación al cambio climático con foco en la Ciudad de México; señalando las inconsistencias entre la política energética y los compromisos climáticos adquiridos por México, así como a los sectores que mayormente ocasionan el problema (sector eléctrico y transporte); y sensibilizando al público en torno a cómo modificar los hábitos de consumo excesivos puede complementar medidas de carácter colectivo, nacional e incluso internacional para disminuir la huella climática.

    La lucha para recuperar el clima del planeta inició hace poco más de tres décadas y circunscrita a un grupo reducido de activistas e investigadores. Actualmente, el tema del cambio climático es un tema de dominio público y generalizado que atraviesa cientos de agendas de trabajo político y ciudadano. Esto hace que el movimiento en favor del clima del planeta crezca y se diversifique... tanto así que a la hora de cerrar esta colaboración son más de 130 las organizaciones integrantes de esta iniciativa de reciente creación llamada Acuerdo de Glasgow.

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