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"Retrato Hereje"

"El ajedrez del TLC-2"

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    Con agosto iniciará un periodo difícil que obligará a contener la respiración a múltiples actores en México, encabezados por el Gobierno Peña Nieto. No estará en juego la revisión del Tratado de Libre Comercio, sino que nos asomaremos a un sacudimiento en todo el modelo económico del país y de la apuesta que selló hace un cuarto de siglo en busca de un desarrollo razonablemente estable -lo que permanece en el campo de la polémica.
     
    Lo que ocurra en las siguientes semanas y meses en torno al debate por la nueva versión del Tratado de Libre Comercio (TLC-2) tendrá un impacto mayúsculo en una agenda que va desde lo básico -comercio e inversiones-, hasta la presión internacional sobre quién debe ser el próximo Presidente de México, pasando por nuestro modelo de combate a la corrupción, pública y privada; la paridad peso-dólar, el futuro de los sindicatos, los salarios, el destino de las pequeñas empresas, el medio ambiente...
     
    El 19 de agosto concluye el periodo de 90 días de consultas convocado por el Gobierno de Trump en este tema. A partir de ese momento el TLC se convertirá en lo que el Secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, ha descrito como “un paciente al que llevaremos al quirófano sin un diagnóstico de sus males... con el riesgo de que acabemos descuartizándolo”.
     
    Pese a la cercanía de la fecha oficial para el arranque de negociaciones, que podrían encarar un plazo fatal de conclusión de apenas ocho meses a nivel de gobiernos, Los Pinos ha definido una postura singular: no tener postura, no plantear temas de fondo, ni reclamos específicos. Pese a una creciente exasperación en varios sectores por lo que es leído como pasividad oficial, se replica la estrategia frente a Donald Trump: contención diplomática. Ello puede traducirse como “habla tú primero”.
     
    Lo que sí parece estar claro ya es el equipo que coordinará este proceso: Luis Videgaray, canciller, con acceso al Salón Oval de la Casa Blanca, tendrá a cargo la negociación política para dirimir los alcances que cada parte considere irreductibles. Lo que de ello resulte será procesado por Guajardo Villarreal, quien deberá coordinar una tarea que se antoja imposible: hacer y rehacer un documento de cientos de páginas, cada una de las cuales representará intereses gigantescos.
     
    En el “cuarto de al lado”, un espacio que congrega a sectores privados afectados por lo que se pacte en la mesa central, estará formalmente Moisés Kalach, representante del Consejo Coordinador Empresarial. Él proviene del campo textil, un sector anclado en otro siglo. Por ello se espera un desbordado cabildeo, desafíos y presiones por parte de entidades con enorme poder, como las telecomunicaciones y otros monopolios en México, que saben que su suerte estará en juego.
     
    Como ha descrito Carlos Heredia, investigador del CIDE y uno de los mayores expertos en el tema, la búsqueda de un TLC- 2 encarará claras paradojas, entre las que destaca que nunca hubo tanto diálogo entre tantos actores de los dos países, pero tampoco tanta desconfianza mutua, con motivos válidos en cada lado de la acera.
     
    Ambos países irán a elecciones el próximo año -Estados Unidos en noviembre, para renovar parte de su Congreso, entre otras posiciones. Todos quieren evitar que cuando acudan a su cita con las urnas, los ciudadanos de ambos países estén todavía pensando en un tratado comercial que es muy relevante, pero que atrae niveles de respaldo popular bajísimos en ambas naciones.
    Los dos países experimentan un trastocamiento enorme en sus equilibrios políticos internos, donde todo se volvió impredecible. La incertidumbre de corto plazo puede ser una pésima consejera para sentar una nueva etapa a un acuerdo que debe tener la mirada en las décadas por venir.
     
    Para expertos consultados por este espacio la ruta más viable para llevar al TLC-2 a un puerto relativamente seguro es el trabajo hecho en el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés), en el que México realizó enormes concesiones en materias tan diversas como energía, medio ambiente, empresas estatales y ventas a gobierno... pero que ahora no quiere permitir que Estados Unidos y Canadá las asuman por conquistadas... aunque al final del día muy probablemente vaya a ser así.
     
    Un actor que ya levantó la mano es el Congreso mexicano, en particular el Senado, donde surgieron voces en contra del marco general dado a conocer por el Gobierno norteamericano para revisar el TLC, entre ellas desaparecer el esquema para dirimir controversias que tanto ha servido a México, para optar por un modelo “más simple”... como que todos dependan de los tribunales estadounidenses, lo que podría ser suicida.
     
    Sea cual fuere el resultado de esta negociación, marcará el legado histórico del Gobierno de Peña Nieto. Y el proceso no parece arrancar con buenos pronósticos.
     
     

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