Discernir es separar, dividir, distinguir, cribar. Se discierne para elegir el camino a seguir y, también, el que se debe evitar: “Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal”, recomendó Pablo en la Primera Carta a los Tesalonicenses (5,21).
“El discernimiento es el arte de leer en qué dirección nos llevará el deseo del corazón, sin dejarnos seducir de aquello que nos conduciría donde no es nuestra intención arribar... Discernir es necesario para que nuestro accionar sea humano: consciente e intencional, responsable y libre, capaz de decidir y de imprimir orientación de fondo a nuestras vidas”, señaló José Ricardo Lucks.
En la Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate, el Papa Francisco subrayó que el discernimiento es una necesidad imperiosa. “Hoy día, el hábito del discernimiento se ha vuelto particularmente necesario. Porque la vida actual ofrece enormes posibilidades de acción y de distracción, y el mundo las presenta como si fueran todas válidas y buenas. Todos, pero especialmente los jóvenes, están expuestos a un zapping constante. Es posible navegar en dos o tres pantallas simultáneamente e interactuar al mismo tiempo en diferentes escenarios virtuales. Sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del momento”.
El discernimiento es una manifestación de decisión personal y solidaria. Al discernir no nos alejamos de los demás; al contrario, nos centramos internamente para poder proyectarnos externamente mediante una acción decidida. “Esto nos hace ver que el discernimiento no es un autoanálisis ensimismado, una introspección egoísta, sino una verdadera salida de nosotros mismos hacia el misterio de Dios, que nos ayuda a vivir la misión a la cual nos ha llamado para el bien de los hermanos”, expresó el Papa.
¿Discierno el rumbo de mi vida? ¿Leo e interpreto adecuadamente los acontecimientos?
@rodolfodiazf