Es común afirmar que mientras más se sabe, se expande también el territorio de la ignorancia. Se suele comparar el conocimiento a una barca que mientras más se adentra en el océano, más se extiende el borde del horizonte y la inmensidad del mar. A medida que se conoce algo se amplía más el hoyo negro de la ignorancia.
El filósofo Karl Popper escribió un pequeño discurso titulado El conocimiento de la ignorancia -como respuesta en la ceremonia del Doctorado Honoris Causa que le otorgó la Universidad Complutense de Madrid- en el que establece un contraste entre el saber que dominaba Sócrates en su tiempo y el que manejan los nuevos científicos.
La frase de Sócrates ha sido profusamente divulgada: “yo sólo sé que no sé nada”. Partiendo de esta humilde constatación, Popper afirmó que los nuevos científicos, aun cuando puedan tener más conocimiento por razones obvias, deben seguir asumiendo el conocimiento de su ignorancia a través de principios éticos y de tolerancia.
“Con casi cada nuevo logro científico, con cada solución hipotética de un problema científico, el número de problemas no resueltos aumenta; y asimismo aumenta el grado de su dificultad; de hecho, ambos aumentan a una velocidad superior a la que lo hacen las soluciones”, afirmó.
Desde otra ladera de la sabiduría, el poeta TS Eliot escribió: “Todo nuestro conocimiento nos acerca a nuestra ignorancia, toda nuestra ignorancia nos acerca a la muerte, pero la cercanía de la muerte no nos acerca a Dios. ¿Dónde está la vida que hemos perdido en vivir? ¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento? ¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido en información? Los ciclos celestiales en veinte siglos nos apartan de Dios y nos aproximan al polvo”.
¿Soy consciente de mi ignorancia?
@rodolfodiazf