Jean Francois Revel, en El conocimiento inútil, constató que el conocimiento del ser humano en el Siglo 20 progresó intensamente, y que la información y difusión del mismo se multiplicó. Sin embargo, cuestionó la utilidad de esta explosión gnoseológica y epistemológica, cuando el siglo anterior fue de los más sangrientos de la historia, proliferaron las persecuciones y exterminios, se sistematizó el genocidio y no triunfó totalmente la democracia.
Y es que hay conocimientos que inflan el ego, pero no nutren el alma, como en el cuento del barquero inculto. Un joven erudito y arrogante subió a una barca para cruzar un caudaloso río. Silente y sumiso, el barquero comenzó a remar con diligencia. De repente, una bandada de aves surcó el cielo y el joven preguntó al barquero:
Buen hombre, ¿has estudiado la vida de las aves? No, señor, repuso el barquero. Entonces, amigo, has perdido la cuarta parte de tu vida.
Pasados unos minutos, la barca se deslizó junto a unas exóticas plantas que flotaban en las aguas del río. El joven preguntó al barquero: Dime, barquero, ¿has estudiado botánica? No, señor, no sé nada de plantas. Pues debo decirte que has perdido la mitad de tu vida, comentó el petulante joven.
El barquero seguía remando pacientemente. Entonces el joven preguntó: ¿Sabes, por cierto, algo de la naturaleza del agua? No, señor, nada sé al respecto. No sé nada de estas aguas ni de otras.
¡Oh, amigo! -exclamó el joven-. De verdad que has perdido las tres cuartas partes de tu vida. Súbitamente, la barca comenzó a hacer agua y a hundirse. El barquero preguntó al joven:
Señor, ¿sabe nadar? No, repuso el joven. Pues me temo, señor, que ha perdido toda su vida.
¿Utilizo convenientemente el conocimiento? ¿Mejoro mi vida y mi mundo?
@rodolfodiazf