La idolatría es una práctica inmemorial. Desde que el hombre tuvo consciencia comenzó a dar culto a imágenes construidas por él mismo, a las que atribuía propiedades sobrehumanas y divinas.
Al paso de los años se operó una transformación en el término. De ser el culto que se rendía a la imagen de una deidad, se extendió la palabra ídolo para significar a una “persona o cosa amada o admirada con exaltación”, señala el Diccionario de la Real Academia Española.
Por eso, hoy es común decir que un deportista o artista es un verdadero ídolo para muchos de sus admiradores o seguidores. Sin embargo, la idolatría se aplica a muchas otras cosas, como pueden ser la belleza, éxito, fama, bienes o dinero.
El Papa Francisco alertó sobre el peligro de la idolatría en la Audiencia General del 1 de agosto: “Los ídolos exigen un culto, rituales: a ellos hay que postrarse y sacrificar todo... Ciertas personas, ciertas mujeres ¿cuánto gastan para maquillarse? También esta es una idolatría. No es malo maquillarse; pero de forma normal, no para convertirse en una diosa. La belleza pide sacrificios humanos. La fama pide la inmolación de sí mismo, de la propia inocencia y autenticidad.
“Los ídolos piden sangre –añadió-. El dinero roba vida y el placer lleva a la soledad. Las estructuras económicas sacrifican vidas humanas por útiles mayores. Pensemos en tanta gente sin trabajo. ¿Por qué? Porque a veces sucede que los empresarios de esa empresa, de esa compañía, han decidido despedir gente, para ganar más dinero... También la droga es un ídolo. Cuántos jóvenes arruinan la salud, incluso la vida, adorando este ídolo de la droga”.
Y concluyó: “El apego a un objeto o a una idea hace ciegos al amor”.
¿Cuáles son mis ídolos?
@rodolfodiazf