El culto al cuerpo

ÉTHOS
26/08/2022 04:00
    Actualmente parece que desequilibramos la fórmula y rendimos demasiado culto al cuerpo, brindando escaso alimento al cultivo de la mente o espíritu... Nadie duda de la importancia de conservar el cuerpo sano; sin embargo, no es lo mismo mantener sano el cuerpo que tratar a toda costa de conseguir el cuerpo perfecto.

    “Mente sana en cuerpo sano”, fue la máxima que transmitió Juvenal desde hace muchos siglos. Sin embargo, actualmente parece que desequilibramos la fórmula y rendimos demasiado culto al cuerpo, brindando escaso alimento al cultivo de la mente o espíritu.

    Nadie duda de la importancia de conservar el cuerpo sano; sin embargo, no es lo mismo mantener sano el cuerpo que tratar a toda costa de conseguir el cuerpo perfecto. Lo que importa no es que el cuerpo funcione correctamente, sino que se muestre armónico, juvenil y vigoroso. La meta es conseguir un cuerpo que resista indemne el paso de los años.

    En la columna anterior hablamos de la pérdida de intimidad, tema muy ligado al de hoy, porque el exhibicionismo abarca ambos aspectos. En efecto, la antropóloga argentina, que radica desde 1994 en Brasil, Paula Sibilia, escribió un libro que tituló La intimidad como espectáculo, donde funde ambas exhibiciones: la de la intimidad y la del cuerpo.

    La autora explicó que existe mucho narcisismo u “ombliguismo” en la actualidad, pues se busca un cuerpo perfecto que atraiga las miradas ajenas. Puesto que hoy vivimos en una “sociedad del espectáculo”. Lo fundamental es que el cuerpo sea “bello”, que sea capaz de proyectar una óptima imagen.

    Si Descartes deseaba que todos pensáramos y nos introyectáramos para descubrir nuestra esencialidad (pienso, luego existo), hoy se pretende solamente mostrar una buena imagen externa para confirmar nuestra existencia, consistencia y razón de ser.

    Sibilia resaltó que nos movemos en un mundo que se rige solamente por las apariencias. El antiguo eslogan de que una imagen vale más que mil palabras, parece corroborarse ante una cultura audiovisual que prefiere las máscaras y relega ostensiblemente el recurso a una cultura letrada.

    ¿Rindo excesivo culto al cuerpo? ¿Me rindo al exhibicionismo?