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"LA NUEVA NAO"

"El eterno espectáculo de la desgracia"

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LA NUEVA NAO
22/04/2017

    Michel de Montaigne, en su ensayo De la fisonomía, reflexiona así: “Siempre que leo en las historias las confusiones de otros estados, deploro no haberlas podido presenciar; y mi curiosidad hace que me contente un tanto de asistir a este espectáculo de nuestra muerte pública, son sus síntomas y formas. Ya que no puedo retardarla, celebro haber sido destinado a verla y con ella instruirme... Los buenos historiadores huyen de las narraciones tranquilas, para buscar las guerras y sediciones que saben que nos seducen”.
    En el ensayo De gobernar su voluntad, añade que “cuando mi voluntad me inclina a un partido, no es con tan violenta obligación que contagie mi entendimiento. Las presentes revueltas de mi Estado no me hacen  ignorar las altas cualidades de mis antagonistas, ni las reprobables de mis correligionarios. No excuso todas las cosas de mi bando, como hacen otros que las adoran, ni una obra pierde para mí sus buenas gracias por el hecho de ir en mi contra”.
    Veamos su época y los paralelismos con la nuestra: a finales del Siglo 16, Francia estaba siendo azotada por las guerras religiosas entre católicos, protestantes y “malcontentos”, apoyados cada uno por facciones locales y por poderes extranjeros. El rey al que apoyaba Montaigne era Henri III, que estaba a favor de la tolerancia religiosa. El partido católico era apoyado por España, el protestante por Inglaterra y Holanda, y los malcontentos eran aristócratas liderados por el propio hermano del rey. Todos rechazaban la tolerancia hacia los que no fueran de su credo. Como el rey no tuvo heredero, la lucha se tornó en una guerra por la sucesión, que finalmente fue zanjada cuando Henri III fue asesinado por un fanático católico, acabando con la dinastía de Valois. El Rey de Navarra, uno de los aspirantes y que era protestante calvinista, encontró práctico aliarse con el ala católica de la lucha: abjuró de su fe, se bautizó católico, y ascendió al trono como Henri IV, primero de la Casa de Borbón.
    Esto, que en términos modernos llamamos pragmatismo, fue llamado politique en ese entonces: alguien que pone la practicidad por encima de la ideología. Ya como monarca, apoyó la tolerancia que había defendido su antecesor, poniendo fin a las guerras religiosas con el Edicto de Nantes. Socialmente trajo cierto grado de paz, pero no contentó a los extremistas de ninguna facción y también fue asesinado por otro católico. En aquel entonces, religión; hoy, partidos. ¿Politique?
    El autor es académico ExaTec y asesor de negocios internacionales radicado en China

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