¿El fin del trumpismo?

    En la elección del martes no solo perdió el trumpismo, también lo hicieron las ideas que invoca y representa

    De todas las narrativas de la elección intermedia en Estados Unidos hay una que sobresale: aquella que señala a Donald Trump como el gran perdedor de la jornada. Es una narrativa acertada.

    En la elección del pasado martes —cuyos resultados están lejos de ser definitivos— se disputó algo más que la prevalencia de un partido u otro en el Senado y en la Cámara de Representantes; en las papeletas electorales estaban puestas también las chances de una nueva candidatura de Donald Trump a la presidencia del país del norte.

    En los meses previos a la elección, Donald Trump y su círculo cercano lograron imponer en los procesos internos del partido republicano a varios candidatos al Senado y a la Cámara de Representantes. Lejos estuvo de ser fácil: en el camino sembraron encono y fragmentación. En algunos casos triunfaron; en otros no. Aquellos candidatos que lograron imponerse fueron incapaces de convencer a los votantes más moderados del partido conservador. Fue, en todo el sentido de la palabra, una pírrica victoria.

    Las consecuencias para Trump y sus secuaces por haber estirado tanto la liga, se vieron este martes. Los candidatos trumpistas fueron vencidos en casi todo Estados Unidos. Lo que pudo ser una avalancha roja arrasando todo el país, se convirtió en una peleada elección. Es probable que la Cámara de Representantes termine bajo control republicano, sí, pero no en la magnitud ni con la claridad que permitía prever el contexto de inflación rampante, prospectivas de recesión y la baja popularidad de Biden.

    En la elección del martes no solo perdió el trumpismo, también lo hicieron las ideas que invoca y representa: la prohibición del aborto y el discurso antinmigrante. Sin quererlo, la Suprema Corte de Estados Unidos regaló a los demócratas una bandera electoral —el derecho de las mujeres a decidir— que animó a jóvenes de todo el país a votar masivamente por el partido que promete proteger aquel derecho. El tema fue clave para la victoria en Pennsylvania del (próximo) senador demócrata John Fetterman —la gran sorpresa de la elección.

    Así como perdieron muchos candidatos abortistas y antinmigrantes, la del martes fue una noche triste para los “negacionistas”: los políticos que continúan predicando la narrativa del fraude electoral en la elección de 2020. Perdieron en casi todos los lugares en que compitieron.

    ¿Para los republicanos la lección es obvia: Trump no es un candidato capaz de aglutinar una plataforma política. Tampoco lo era, es verdad, en 2016. Seis años después el escenario es muy distinto. En el horizonte, además, alza la mano Ron DeSantis, gobernador de la Florida y nueva esperanza de las huestes republicanas.

    Hace unos días, en uno de los últimos mítines de la campaña, Trump anunció que el 15 de noviembre comunicará una gran noticia. No hace falta quebrarse la cabeza para imaginar que se tratará del inicio de la campaña electoral rumbo a 2024. Visto lo visto, mejor haría el expresidente en revisar aquella máxima de Marx según la cual la historia se repite dos veces, una vez como farsa y otra como tragedia.

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