Los movimientos y organizaciones que auténticamente nacen en la sociedad civil, no crean estructuras verticales, ni pelean por títulos o membretes. No conceden franquicias de representación, ni se adueñan o apropian del nombre de los colectivos. Son, por el contrario, estructuras libres de ataduras corporativas que suman lo mejor del interés social en causas del bien común, que forman organizaciones horizontales sin jerarquías notorias. Tienen liderazgos que por naturaleza se alejan del mezquino interés personal que sepulta la legítima aspiración de quienes deciden reunirse para tratarse como pares o iguales, no como subordinados, y mucho menos como borregos.

    Hace varios días, un letrero de “conferencia cancelada” en conocido hotel de la capital fue el primer anuncio público de las desavenencias entre integrantes del llamado “Frente Cívico” en su capítulo Sinaloa. Desairados por la ausencia de la dirigente estatal del PAN, Roxana Rubio, y Sergio Torres, de Movimiento Ciudadano, comenzaron las acusaciones y los señalamientos entre dos personajes: Raúl Ibáñez y Eduardo Barrantes, quienes mantienen una disputa por la representación del “frente”.

    Buscando espacios para desprestigiarse, incapaces de poner el interés del colectivo por encima de sus diferencias personales, los autonombrados lideres “ciudadanos” acudieron al programa Línea Directa, el noticiero radiofónico de mayor audiencia estatal, para darse con todo.

    Ibáñez sentenció en la entrevista: “Si el señor Barrantes está acostumbrado a encabezar posiciones para luego ser beneficiado con ellas, aquí traigo copia de un contrato que se le otorgó en la época donde gobernaba el famoso Malova. Si para eso queremos el poder, no quiero pertenecer en ningún grupo donde él participe...”.

    Barrantes reviró furibundo: “El señor -Ibáñez- es un fraudeador, tiene orden de aprehensión en donde él estuvo inmiscuido en un fraude de muchos terrenos, afectó a familias completas, el señor es un engañador, un embaucador, viene a hacer pilladas, viene a enredar y a estafar a la sociedad y la sociedad por pillos como estos...”.

    El enfrentamiento público de los representantes del frente cívico era la muestra de la división que existe en los grupos que se apropiaron indebidamente del concepto de “sociedad civil”. Faltos de elemental cultura política, sin el mínimo de conocimiento sobre movimiento sociales, en afán del personalismo y cegados por la ira, olvidaron cosas básicas de las verdaderas estructuras ciudadanas.

    Los movimientos y organizaciones que auténticamente nacen en la sociedad civil, no crean estructuras verticales, ni pelean por títulos o membretes. No conceden franquicias de representación, ni se adueñan o apropian del nombre de los colectivos. Son, por el contrario, estructuras libres de ataduras corporativas que suman lo mejor del interés social en causas del bien común, que forman organizaciones horizontales sin jerarquías notorias. Tienen liderazgos que por naturaleza se alejan del mezquino interés personal que sepulta la legítima aspiración de quienes deciden reunirse para tratarse como pares o iguales, no como subordinados, y mucho menos como borregos.

    En el libro Disputa por la Democracia, del político español Pablo Iglesias, se puede analizar un ejemplo del modelo de organización ciudadana -particularmente vecinal- que termina coronándose con múltiples espacios de representación política. Así también, casos en Italia y Francia dan cuenta de como se puede llegar al poder político desde las organizaciones “ciudadanas”. Colombia, Chile y Argentina, tienen en su historia moderna ejemplos que podrían servir de referente a estos pseudo líderes que lejos de convocar simpatías, repulsan las intenciones de la gente común y sin partido.

    Y no se trata de poner en duda el honor y la credibilidad de hombres y mujeres que auténticamente buscan un espacio de representación en organizaciones como las que hoy se disputan los partidos políticos vía sus testaferros disfrazados de “ciudadanos”. En Sinaloa hay verdaderos liderazgos sociales de trayectoria ejemplar, que trabajan por su comunidad sin las apetencias del poder partidista, que sin duda serían extraordinarias y extraordinarios representantes populares; en alcaldías, regidurías, diputaciones y senadurías.

    Y si nos ponemos puristas conceptuales y quisquillosos con los nombres, el auténtico Frente Cívico Sinaloense es el que fundó una mujer ejemplar, ciudadana valiente que defendía los derechos de las minorías, de las víctimas que no tenían voz contra el abuso del poder. Me refiero a la inigualable Meché Murillo, ese es el único Frente Cívico que reconozco en Sinaloa. No a la copia electorera y barata, que, para efectos de no confundir a los amables lectores, de aquí en adelante llamaré el Frente Cínico, por lo menos hasta que cambien, pulan y eduquen en los valores de la cultura política democrática a sus rupestres voceros. Si dicen que cívico es el frente, que con civismo se comporten. Luego le seguimos...

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    jesusrojasriver@gmail.com

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