Dice un refrán que recordar es volver a vivir. Sin embargo, hay episodios y situaciones que no es placentero recordar, ni mucho menos se desea volver a experimentar. No obstante, aun esos ardientes rescoldos pueden ser iluminados con el lenguaje de la esperanza.
“¿Pero hay esperanza? ¿Hay esperanza en el recuerdo? Tiene que haberla. Sin esperanza, el recuerdo sería morboso y estéril. Sin recuerdo, la esperanza estaría vacía de significado, y por sobre todo, vacía de gratitud”, dijo Elie Wiesel, quien sobrevivió a la terrible experiencia de los campos de concentración y fue liberado por las fuerzas aliadas el 11 de abril de 1945.
Wiesel sufrió el fallecimiento de su padre, madre y hermana menor en el holocausto. Sus dos hermanas mayores lograron sobrevivir. Guardó silencio muchos años. Intentó olvidar esos días de horror. Se resistía a encontrar la llave que abriera el baúl de sus recuerdos. Incluso, perdió la confianza en Dios y en la humanidad. Por fin, escribió la trilogía “La noche”, “El alba”, El día”.
“¿Pero con recordar alcanza? ¿Qué se puede hacer con el recuerdo de la agonía y el sufrimiento?”, cuestionó. “El recuerdo tiene su propio idioma, su propia textura, su propia melodía secreta, su propia arqueología y sus propias limitaciones: también puede lastimarse, robarse y avergonzarse; pero depende de nosotros rescatarlo e impedir que se convierta en algo barato, trivial y estéril. Recordar significa dar una dimensión ética a todos los esfuerzos y las aspiraciones.
“Recordemos a los que sufrieron y perecieron en ese entonces, a los que cayeron con armas en sus manos y a los que murieron con oraciones en sus labios, a todos los que no tienen tumbas: nuestro corazón sigue siendo su cementerio”, subrayó.
¿Releo mis recuerdos con el lenguaje de la esperanza?
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@rodolfodiazf