La música tiene su propio lenguaje, el cual puede variar de acuerdo a la melodía, ritmo, armonía, dinámica, timbre, pulso, textura. Como Ennio Morricone era un aficionado al juego del ajedrez, se ha dicho que su música también era matemática y geométrica.
De hecho, su evolución musical en los temas de películas fue muy evidente: de la música de western pasó a una música discordante que inquieta y mantiene al filo de la butaca al espectador, para arribar finalmente a un cambio de estilo, que se puede advertir ya en La balada de Sacco y Vanzetti, película de 1971, con la voz de Joan Baez.
Morricone creó una música que no está, simplemente, al servicio de la imagen. Por eso, decía que constituía un tormento y una gran dificultad escribir música para el cine, porque hay muchísimas soluciones y lo más intrincado es definir cuál será la mejor o más adecuada.
“Siempre tengo música en la cabeza, algo que luego tendré que escribir. Una idea me parece interesante, importante, así que a menudo parezco taciturno, como alguien a quien no le gusta hablar”, solía expresar.
La única música de película que se arrepintió de no haber compuesto fue la de “Naranja mecánica”, pues cuando Stanley Kubrick iba a buscar a Morricone, Sergio Leone le respondió que estaba haciendo la música de su película “Giú la testa”, cosa que no era cierta, porque ya la había compuesto y solamente hacía los arreglos finales.
En 2006, Morricone recibió un Óscar honorífico de la Academia por sus composiciones musicales, puesto que había sido nominado seis veces sin obtener la estatuilla dorada; sin embargo, en 2016, a sus 87 años, obtuvo un Óscar por el tema musical de “Los odiosos ocho”.
¿Entiendo el lenguaje de la música?