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"DESDE EL ICAMI"

"El liderazgo que más perdura"

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    Independientemente del eterno dilema de si los líderes nacen o se hacen existen estudios en los que distinguen hasta cinco diferentes niveles de liderazgo como son los desarrollados por John Maxwell y Jim Collins. Esto nos permite identificar con mayor claridad cuál es nuestro nivel de liderazgo al observar las características principales de cada uno de ellos:
    NIVEL 1: individuo de gran capacidad: hace aporte productivo en virtud de su talento, conocimiento, destrezas y buenos hábitos de trabajo. 
    NIVEL 2: miembro de un equipo que hace un aporte: contribuye con sus capacidades para alcanzar los objetivos del grupo y trabaja eficientemente en grupo.
    NIVEL 3: gerente competente: organiza al personal y los recursos en busca de lograr objetivos predeterminados.
    NIVEL 4: líder eficiente: cristaliza el compromiso para buscar vigorosamente una visión clara y fomenta las más altas normas de rendimiento.
    NIVEL 5: ejecutivo de nivel 5: construye grandeza durable mediante una paradójica combinación de humildad personal y voluntad de hierro.
    No es necesario pasar ordenadamente del nivel 1 al nivel 5; incluso podrían llenarse más tarde algunos de los niveles inferiores. Lo que se representa como reto es conseguir que crezcan esos dos ingredientes claves del liderazgo nivel 5 si efectivamente se quiere llevar a la organización a una posición de éxito permanente.
    ¿Cuántas veces hemos escuchado nombres como Colman Mockler, Darwin Smith o Joseph Cullman?; pocas o nunca, ¿verdad? ¿Sabíamos que estos líderes de nivel 5 fueron los directores que hicieron crecer de manera sobresaliente a Gillette, Kimberly-Clark y Phillip Morris respectivamente? Son algunos de esos personajes que no lucen en vitrina pero que llevaron a esas compañías a lograr rendimientos acumulados de por lo menos 3 veces la tasa del mercado durante 15 años, periodo que supera cualquier situación de golpes de suerte o milagrosos que pudieran haber ocasionado ese éxito.
    Todos ellos, al igual que muchos otros que podría mencionar, son personas comunes y corrientes, modestos, que nunca se jactan y que rechazan la adulación pública, que nunca se presentan como figuras heroicas, ni aspiran a ser figuras intocables. Tampoco son personas que suelan hablar de sí mismos y que usan muy pocas veces el “yo”, saben reconocer que hay muchas personas en su compañía que podrían desempeñar su puesto mejor que ellos. Prefieren ser “caballos de trabajo” que “caballos de exhibición”.
    Los que han trabajado con ellos los describen como tranquilos, modestos, reservados, gentiles, de buenas maneras, que no se dan ínfulas, comprensivos, que no creen en su propia sabiduría. Se sienten muy tranquilos con la idea de que la mayoría de las personas ni siquiera saben que las raíces de ese éxito provienen de sus esfuerzos.
    Lo más interesante de esto es que siendo individuos que luchan por vivir la virtud de la humildad consiguen combinarla con un espíritu magnánimo que les lleva a perseguir metas ambiciosas no para ellos mismos, sino para su compañía. Tienen una voluntad profesional de hierro que produce resultados espléndidos sostenidos a largo plazo. Poseen una firme voluntad de hacer lo que sea necesario con tal de hacer grande su compañía por penosas que sean las decisiones. Se muestran prácticos y diligentes.
    Al combinarse la humildad y la voluntad férrea entonces es cuando los líderes de nivel 5 atribuyen los éxitos a factores que están fuera de sí mismos: si no encuentran unas personas o un suceso a quienes atribuírselo, se lo atribuyen a la buena suerte y no a su grandeza personal. Y si las cosas salen mal, se miran al espejo y se culpan a sí mismos asumiendo toda la responsabilidad, sin echar culpa a otros, ni a factores externos ni a la mala suerte.
    Podríamos preguntarnos: Muy bien, ¿pero este tipo de “especímenes” los encuentra uno aquí a la vuelta de la esquina? La respuesta está más bien en saberlos descubrir porque ninguno lleva el letrero colgado al cuello que diga “soy líder nivel 5”. Para ello hay que buscar situaciones en las cuales existen extraordinarios resultados pero que nadie se adelanta a reclamar su paternidad. También es cierto, que algunos han tenido una experiencia significativa en la vida que pudo haber originado o fortalecido su maduración de la semilla que de alguna manera ya poseían. En la mayoría de los casos esa maduración es fruto varios factores tales como: la reflexión, la conciencia de desarrollo personal, el tener un gran mentor o maestro y la formación recibida en sus casas.
    Por lo visto, una de las alternativas más efectivas para construir una empresa con éxito duradero está en función a los esfuerzos que se hagan para crecer en la virtud de la humildad y fortalecer la voluntad.
    Director General Adjunto y Profesor del Área de Antropología y Ética
    ICAMI, Centro de Formación y Perfeccionamiento Directivo, Región Noroeste.

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