El mar también alimenta

Atarraya
20/11/2025 04:02
    Fortalecer la soberanía alimentaria en México debería implicar reconocer que el pescado también es parte de nuestra dieta soberana. También proteger los ecosistemas marinos, restaurar las pesquerías, apoyar a las cooperativas y a las personas pescadoras artesanales que trabajan con prácticas sostenibles y combatir la invisibilización de las mujeres en la pesca.

    Cuando hablamos de soberanía alimentaria, solemos pensar en el campo, en las semillas nativas y, quizás, en los mercados locales. Sin embargo, hay un territorio muchas veces olvidado no solo por el Gobierno, sino por la ciudadanía misma, que también alimenta, sostiene comunidades y guarda saberes ancestrales: el mar.

    La pesca artesanal es una actividad vital para miles de familias en México y América Latina. No sólo provee alimentos frescos y nutritivos, sino que también representa una forma de vida profundamente ligada al territorio, a la cultura y a la economía local.

    Sin embargo, este sector enfrenta amenazas similares a las del campo: sobreexplotación, contaminación, acaparamiento de recursos y políticas públicas que le tienen rezagado y, en algunas comunidades, abandonado, volviéndose una actividad que las y los pescadores también deben dejar para poder vivir y sobrevivir.

    Fortalecer la soberanía alimentaria en México debería implicar reconocer que el pescado también es parte de nuestra dieta soberana.

    También proteger los ecosistemas marinos, restaurar las pesquerías y apoyar a las cooperativas, así como a las personas pescadoras artesanales que trabajan con prácticas sostenibles.

    Combatir la invisibilización de las mujeres en la pesca, quienes desempeñan roles clave en la cadena de valor, desde la captura hasta la comercialización.

    En México, donde la biodiversidad marina es vasta y las tradiciones pesqueras son ricas, urge una política alimentaria que incluya al mar como fuente legítima y estratégica de soberanía.

    Esto requiere inversión pública, regulación justa y, sobre todo, voluntad política para escuchar a quienes viven del agua y para el agua.

    La soberanía alimentaria no se construye solo en la tierra. También se pesca, se navega, se defiende desde las costas.

    El derecho a decidir qué comemos y cómo lo producimos debe incluir a todos los territorios, y a todas las voces que los habitan.

    La autora es Alma Ugarte, Enlace Legislativo de Oceana en México.