El mi bemol de la Callas

    rfonseca@noroeste.com / rodifo54@hotmail.com

    María Anna Cecilia Sofía Kalogerópulos Dimitriadis, soprano de ascendencia griega, apodada ‘La Divina’, nació el 2 de diciembre de 1923, en Nueva York. De niña fue obesa y con alto grado de miopía, por lo que utilizaba unos lentes gruesos con bastante graduación. Por su carrera operística se vio obligada a corregir su régimen alimenticio y bajó alrededor de 40 kilos, llegando a pesar 55 (lo cual, probablemente, afectó el deterioro de su voz).

    Al hablar de Aída, no podemos olvidar que María Callas interpretó este personaje de forma soberbia (Yunuet Laguna, aquí en Culiacán, lo hizo también de extraordinaria manera, sin menospreciar el trabajo de Yamel Domort).

    María Anna Cecilia Sofía Kalogerópulos Dimitriadis, soprano de ascendencia griega, apodada “La Divina”, nació el 2 de diciembre de 1923, en Nueva York. De niña fue obesa y con alto grado de miopía, por lo que utilizaba unos lentes gruesos con bastante graduación. Por su carrera operística se vio obligada a corregir su régimen alimenticio y bajó alrededor de 40 kilos, llegando a pesar 55 (lo cual, probablemente, afectó el deterioro de su voz).

    Su padre, George Kalogerópulos, cambió el apellido a Callas por considerarlo de más fácil pronunciación. Inició su formación musical en el Conservatorio Nacional de Atenas, a los 16 años, y su primer triunfo lo consiguió cantando Tosca, en agosto de 1942, en Atenas.

    El tenor y director de la Arena de Verona, Giovanni Zenatello (quien desde 1913 inició las representaciones estivales en ese anfiteatro romano), la invitó a cantar la Gioconda, de Ponchielli. Este contrato fue determinante en su vida, pues conoció a Giovanni Battista Meneghini, convirtiéndose en su manager y, después, en su esposo.

    Una década más tarde, en 1959, se separó de Meneghini y conoció al magnate griego Aristóteles Onassis con quien se casó, aunque, posteriormente, él decidió abandonarla por Jackie, la viuda de John F. Kennedy.

    Volviendo a Aída, Callas la cantó en Palacio de Bellas Artes, en 1951. Como le comentaron que Ángela Peralta dio un mi bemol sobreagudo al término del segundo acto (no escrito por Verdi y reprobado por los puristas: “es ópera, no circo”), la secundó de manera inolvidable y, tal vez, inmejorable: https://www.youtube.com/watch?v=xTjUi_tSzjk

    ¿Me supero constantemente?

    Periodismo ético, profesional y útil para ti.

    Suscríbete y ayudanos a seguir
    formando ciudadanos.


    Suscríbete
    Regístrate para leer nuestro artículo
    Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


    ¡Regístrate gratis!