El suceso de los sobrevivientes de Los Andes es un hecho dramático y conmovedor. La tragedia ocurrió en 1972, cuando un avión que transportaba a unos deportistas se desplomó en esas cordilleras. De los 45 pasajeros a bordo, solamente sobrevivieron 16 tras soportar 72 días en condiciones extremas, llegando a alimentarse con los cuerpos de los fallecidos.
Otro hecho semejante tuvo lugar con el naufragio de la fragata francesa “Medusa”, que se fue a pique el 2 de julio de 1816 frente a las costas de Senegal. Viajaban 400 pasajeros, pero solamente contaban con algunos botes, por lo que 147 personas se instalaron en una balsa improvisada y estuvieron a la deriva durante 13 días, sufriendo deshidratación y el acoso del hambre, por lo que tuvieron que recurrir también al canibalismo. Solamente 15 personas sobrevivieron.
Esta situación conmovió al artista Théodore Géricault, quien realizó una pintura en un gran formato como si fuera una gesta heroica. El cuadro puede ser admirado en el Museo del Louvre, aunque en vida de Géricault no fue apreciado.
La motivación del artista era recrear con el mayor dramatismo y verismo posible el famoso naufragio, por lo que recurrió al estudio de la anatomía y visitó la Morgue para analizar el estado de la carne en los cuerpos inertes, así como a investigar meticulosamente el estudio de las olas y mareas, en caso de temporal.
En una visita que hizo a Roma, quedó impresionado por la escena del Juicio Final, pintado por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina. De igual forma, analizó con rigor científico el movimiento de las olas en las tormentas y estudió concienzudamente las pinturas de Caravaggio, para reproducir en sus pinturas el uso de las sombras ejecutado en el barroco.
¿Comparto emoción y
dramatismo?