@rodolfodiazf
Los estudios de Sociología fueron la catapulta que utilizó para entender y describir los peligros e incongruencias de la sociedad en que vivimos. Sin embargo, su verdadera vocación fue el periodismo, como dijo Gabriel García Márquez: “Mi primera y única vocación es el periodismo. Nunca empecé siendo periodista por casualidad -como muchas gentes- o por necesidad, o por azar, empecé siendo periodista, porque lo que quería era ser periodista”.
Javier Valdez Cárdenas asimiló desde completamente la perentoria sentencia de Ryszard Kapuscinski: “Los cínicos no sirven para este oficio”.
En efecto, asentó Gabo: “el periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad. Nadie que no la haya padecido puede imaginarse esa servidumbre que se alimenta de las imprevisiones de la vida. Nadie que no lo haya vivido puede concebir siquiera lo que es el pálpito sobrenatural de la noticia, el orgasmo de la primicia, la demolición moral del fracaso. Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir sólo para eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia, como si fuera para siempre, pero que no concede un instante de paz mientras no vuelve a empezar con más ardor que nunca en el minuto siguiente”.
Su éxito consistió en la congruencia y conexión emocional con sus lectores. García Márquez se quejaba de la deshumanización galopante de los periodistas, pues las salas de redacción se convirtieron en “laboratorios asépticos para navegantes solitarios, donde parece más fácil comunicarse con los fenómenos siderales que con el corazón de los lectores”.
Javier, al igual que Kapuscinski, evitó “las rutas oficiales, los palacios, las figuras importantes, la gran política”.
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