El poder de la libertad

ÉTHOS
19/09/2023 04:03
    rfonseca@noroeste.com / rodifo54@hotmail.com
    Una de las más prestigiadas novelas históricas: ‘Memorias de Adriano’, de Marguerite Yourcenar, primera mujer en ingresar a la Academia de Francia, quien narró en primera persona la vida y muerte del emperador romano Adriano, considerado uno de los cinco ‘emperadores buenos’, junto con Nerva, Trajano, Antonino Pío y Marco Aurelio.

    Las novelas históricas son inmejorable recurso para tener acceso a sugestivas épocas, embriagadores lugares e inmensas figuras del pasado. Este género inició, sobre todo en el Siglo 19, y gracias a él hemos convivido con personajes que trascendieron a su tiempo.

    Quién no recuerda “Ivanhoe”, de Walter Scott; “Yo, Claudio”, de Robert Graves; “El nombre de la rosa”, de Umberto Eco; “El primer hombre de Roma”, de Carson McCullough; “Sinuhé, el egipcio”, de Mika Waltari; “El Jorobado de Notre Dame”, de Víctor Hugo; “Los tres mosqueteros”, de Alexandre Dumas. “Guerra y Paz”, de Leon Tólstoi; “Salamina”, de Javier Negrete; “El capitán Alatriste”, de Arturo Pérez Reverte; “La agonía y el éxtasis” y “Anhelo de vivir”, de Irving Stone; “La columna de hierro”, “Médico de Cuerpos y almas” y “El gran león de Dios”, de Taylor Caldwell; “Roma soy yo”, de Santiago Posteguillo, por citar algunos títulos muy reconocidos.

    Hoy, nos detendremos en una de las más prestigiadas novelas históricas: “Memorias de Adriano”, de Marguerite Yourcenar, primera mujer en ingresar a la Academia de Francia, quien narró en primera persona la vida y muerte del emperador romano Adriano, considerado uno de los cinco “emperadores buenos”, junto con Nerva, Trajano, Antonino Pío y Marco Aurelio.

    Esta historia fue originalmente publicada en la revista “Table Ronde”. Adriano le escribió a su nieto y sucesor, Marco Aurelio, contándole pasajes de su reinado, de sus victorias militares y de su existencia, pero espigando importantes consejos a tener en cuenta para no extraviarse en el sendero de la vida. Así, incluyó comentarios sobre el amor, la música, la amistad, la paz, la poesía, los viajes, la muerte.

    Convencido, afirmó: “busqué la libertad más que el poder, y el poder tan sólo porque en parte favorecía la libertad”.

    ¿Actúo libremente?

    Las novelas históricas son inmejorable recurso para tener acceso a sugestivas épocas, embriagadores lugares e inmensas figuras del pasado. Este género inició, sobre todo en el Siglo 19, y gracias a él hemos convivido con personajes que trascendieron a su tiempo.

    Quién no recuerda “Ivanhoe”, de Walter Scott; “Yo, Claudio”, de Robert Graves; “El nombre de la rosa”, de Umberto Eco; “El primer hombre de Roma”, de Carson McCullough; “Sinuhé, el egipcio”, de Mika Waltari; “El Jorobado de Notre Dame”, de Víctor Hugo; “Los tres mosqueteros”, de Alexandre Dumas. “Guerra y Paz”, de Leon Tólstoi; “Salamina”, de Javier Negrete; “El capitán Alatriste”, de Arturo Pérez Reverte; “La agonía y el éxtasis” y “Anhelo de vivir”, de Irving Stone; “La columna de hierro”, “Médico de Cuerpos y almas” y “El gran león de Dios”, de Taylor Caldwell; “Roma soy yo”, de Santiago Posteguillo, por citar algunos títulos muy reconocidos.

    Hoy, nos detendremos en una de las más prestigiadas novelas históricas: “Memorias de Adriano”, de Marguerite Yourcenar, primera mujer en ingresar a la Academia de Francia, quien narró en primera persona la vida y muerte del emperador romano Adriano, considerado uno de los cinco “emperadores buenos”, junto con Nerva, Trajano, Antonino Pío y Marco Aurelio.

    Esta historia fue originalmente publicada en la revista “Table Ronde”. Adriano le escribió a su nieto y sucesor, Marco Aurelio, contándole pasajes de su reinado, de sus victorias militares y de su existencia, pero espigando importantes consejos a tener en cuenta para no extraviarse en el sendero de la vida. Así, incluyó comentarios sobre el amor, la música, la amistad, la paz, la poesía, los viajes, la muerte.

    Convencido, afirmó: “busqué la libertad más que el poder, y el poder tan sólo porque en parte favorecía la libertad”.

    ¿Actúo libremente?