El poder del bien: la historia
de la Fundación Rockefeller

BANCO DE ALIMENTOS
10/11/2025 04:00

    La historia de la Fundación Rockefeller es, en muchos sentidos, la historia de cómo una fortuna se transformó en una fuerza global para el bien.

    Nació en 1913 en Nueva York, impulsada por John D. Rockefeller, el primer multimillonario moderno de Estados Unidos y fundador de la petrolera Standard Oil.

    En sus últimos años de vida, Rockefeller decidió dedicar una parte importante de su riqueza a crear una institución permanente que trabajara por el bienestar de la humanidad. No se trataba de repartir limosnas, sino de enfrentar los grandes problemas sociales con ciencia, planeación y trabajo constante.

    Los primeros proyectos de la fundación se enfocaron en salud pública. En el sur de Estados Unidos y en varios países de América Latina, lanzó campañas para erradicar la fiebre amarilla y la anquilostomiasis, enfermedades que causaban graves estragos entre las poblaciones más pobres.

    También financió investigaciones médicas en laboratorios de todo el mundo y apoyó la creación de escuelas de salud pública en universidades como Harvard, Johns Hopkins y Londres, sentando las bases de lo que hoy conocemos como salud global.

    En el campo de la educación, la Fundación Rockefeller ayudó a fortalecer universidades y centros de investigación en países en desarrollo.

    En México, por ejemplo, su presencia fue decisiva en los años 40 y 50, cuando apoyó la investigación agrícola del científico Norman Borlaug. Ese trabajo dio origen a semillas de trigo más resistentes y productivas, lo que marcó el inicio de la Revolución Verde: un movimiento que aumentó la producción de alimentos en todo el mundo y ayudó a evitar hambrunas masivas en Asia y América Latina.

    A lo largo del Siglo XX, la fundación expandió su alcance a temas como el arte, la cultura, la economía y el medio ambiente. En los años sesenta apoyó la lucha contra la malaria en África y promovió la planificación familiar como un derecho de las mujeres. En los años 90 impulsó programas de desarrollo urbano y ambiental, y en los últimos años ha centrado sus esfuerzos en proyectos de energía limpia, resiliencia climática, salud global y equidad social.

    Con sede principal en Nueva York y oficinas en distintas regiones del mundo, la Fundación Rockefeller ha invertido más de 17 mil millones de dólares desde su creación. Su modelo filantrópico influyó en muchas otras instituciones, como la Fundación Ford, la Fundación Gates y decenas de organizaciones internacionales que hoy siguen su ejemplo de trabajo estratégico y basado en resultados.

    Sin embargo, más allá de las cifras, la historia de la Fundación Rockefeller es profundamente humana. Refleja la evolución de una idea sencilla: que el conocimiento y los recursos deben estar al servicio de los demás.

    Su legado no se mide solo en dinero, sino en millones de personas que hoy tienen acceso a salud, educación y alimento gracias a proyectos inspirados en su ejemplo.

    En un mundo que sigue enfrentando pobreza, desigualdad y crisis climática, la visión de Rockefeller continúa vigente.

    Creer que el bienestar de la humanidad es una tarea colectiva quizá suene ingenuo en tiempos de egoísmo, pero la existencia de esta fundación demuestra que la generosidad bien dirigida puede cambiar la historia.

    Y quizá ese sea su mayor legado: recordarnos que el dinero, cuando se usa con propósito, puede convertirse en una herramienta poderosa de esperanza y transformación.