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"Opinión"

"El premio mayor"

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23/02/2019 20:04

    @pabloayalae

     

    Comenzaré por sus películas, para luego listar su participación en telenovelas y nominaciones. Le pido paciencia porque la lista es muy larga.

     

    Entre las películas destacan: “Los hermanos Mata”, “El trono del infierno”, “Días de combate”, “Perro rabioso”, “El homicida”, “Supervivencia”, “Conexión criminal”, “Perro callejero II”, “Obsesión asesina”, “Carreras parejeras”, “El perrón de Jalisco”, “Las borrachas”, “Retén”, “Pedro navajas”, “El carro de la muerte”, “La noche de la bestia”, “Un paso al más acá”, “Comando de la muerte”, “Policía de narcóticos”, “El regreso del pelavacas”, “La sucursal de la muerte”, “Forajidos en la mira”, “El regreso de los tres cuernos”…

    La lista de su participación en telenovelas para nada es reducida: “Sin pecado concebido”, “Perro rabioso”, “El vuelo del águila”, “El precio de la fama”, “El maleficio”, “El premio mayor”, “La casa en la playa”, “Rubí”, “Vida robada”, “Piel de otoño”, “Te sigo amando”, “Que te perdone Dios”, “Soy tu dueña”, “Niña amada mía”, “Mi pecado”…

     

    Su desempeño actoral en “El maleficio”, “Te sigo amando” y “Piel de otoño”, le hizo ganar tres de las 11 veces que fue nominado al Premio “Tv y Novelas”. 

     

    Con tan larga trayectoria, Goyri se sintió con las credenciales actorales suficientes para indignarse y tronar contra la desatinada decisión de la Academia de los Óscar de “que metan a nominar a una pinche india que solo dice ‘Sí, siñor’, ‘No, siñor’, y que la metan a la terna de mejor actriz al Óscar”.

     

    La fama, que durante tantos años le había venido dando la espalda, le brindó a Sergio Goyri una sonrisa burlona convirtiéndolo en trending topic en tan solo unas cuantas horas. Lo que sus nominaciones en los premios “Tv y Novelas” nunca pudieron hacer por él, lo hizo el video subido por su novia a las redes. La misma cara de aflicción y arrepentimiento que usaba en “El premio mayor” fue la que Goyri puso para ofrecer una disculpa pública a Yalizta Aparicio; por cierto, una disculpa tan pésimamente actuada como todas sus películas y novelas (sobre su faceta como cantante me guardaré los comentarios para hacerlos cuando se le ocurra criticar a Juan Diego Flórez o Rolando Villazón).

     

    La patética manifestación discriminatoria de esta gloria de las novelas y cine que financia Televisa, forma parte de los resabios de la herencia legada por el sistema de castas impuesto en tiempos de la “Nueva España”, y que hoy, de muchas formas mantiene al rojo vivo algunos rescoldos discriminatorios que eran el pan nuestro de la Colonia. Me explico.

     

    El orden social de la “Nueva España” estaba estructurado por un sistema castas que, además de agudizar las desigualdades étnicas y sociales, maliciosamente, diferenciaba la posición que cada persona debía ocupar en la pirámide social en función de “la pureza de sangre”.

     

    En la cúspide se encontraban los españoles peninsulares y los criollos (los hijos de españoles, nacidos en México), después estaban los indios y en la parte más baja de la pirámide los negros que habían llegado como esclavos hasta estas tierras.

     

    Y como los recién llegados eran entusiastas como lo fueron pocos colonizadores en el mundo, no tardaron mucho tiempo en darle rienda suelta al lívido, y acabar con la tan cacareada pureza sangre, dando origen a un mestizaje que se reflejó en una estructura social de castas magistralmente recogida en un cuadro del Siglo 18, de un autor anónimo, que aún se conserva en el Museo Nacional del Virreinato.

     

    Dicha pintura retrata 16 combinaciones, consideradas en aquel entonces, como las castas más representativas de la época: español con indígena: mestizo; mestizo con española: castizo; castizo con española: criollo; español con negra: mulata; mulato con española: morisca; morisco con española: chino; chino con india: pelusa; pelusa con mulata: lobo; lobo con china: jíbaro; jíbaro con mulata: albarazado; albarazado con negra: cambujo; cambujo con india: zambiaga; zambiago con loba: calpamulato; calpamulato con cambuja: tente en el aire; tente en el aire con mulata: no te entiendo; y, no te entiendo con india: salta pa’trás. Bajo esta estructura social, cuna significaba destino. 

     

    Dando un enorme salto en el tiempo, y consciente del profundo mal que nos ha generado esta estúpida clasificación racial, Alfonso Cuarón, a través de su película “Roma” retrató a la perfección el sistema de castas prevaleciente en los 70, y que, como Sergio Goyri nos dejó ver, aún se extiende hasta nuestros días. Visto desde esta perspectiva, Cuarón logró lo que en su momento hizo el Subcomandante Marcos a través del EZLN: visibilizar la realidad de exclusión, discriminación, indignidad y derechos negados a más de 10 millones de indígenas en México.

     

    Por su parte, Yalitza Aparicio, además de los premios y nominaciones recibidas, mediante declaraciones breves e inteligentes, puso bajo los reflectores la relevancia de una competencia ciudadana que resulta indispensable para el florecimiento de cualquier democracia liberal, que se asuma como progresista y civilizada: el reconocimiento ético.

     

    Entendido de esta manera, el reconocimiento ético nos permite: a) comprendernos a nosotros mismos a través de los ojos de los demás; b) comprender y aceptar que, independientemente de nuestra procedencia y condición de cuna, tod@s compartimos una misma dignidad que nos iguala y confiere la condición de persona; c) exaltar con orgullo los rasgos distintivos que nos dan una identidad única y nos diferencia entre pueblos; y, derivado de este último rasgo, e) visibilizar nuestra diversidad humana y, por ende, la inherente riqueza que tenemos todas y cada una de las personas que habitamos este planeta.

     

    Visto de esta manera, el papel que encarna Yalitza Aparicio no puede constreñirse a lo representado en Roma. Yalitza es, y será, un acicate contra la intolerancia, las fobias, la cerrazón, la estrechez de miras, de la decadencia de esa terca historia de vencedores y vencidos. Yalitza a través de su cándida y valiente Cleo, nos vuelve a recordar la fuerza que requiere una mujer indígena para abrirse paso en una sociedad que presume de ser civilizada, pero que en la cotidianeidad es asombrosamente intolerante.  

    Por último, no está de más decirlo, fervientemente deseo que este domingo Yalitza Aparicio se lleve el premio a la mejor actriz en la 91 edición de los Óscar. La vida, sabia como es, dirá si lo suyo seguirá siendo la actuación o la docencia, esa noble profesión que desde una comunidad rural le condujo hasta la alfombra roja de Hollywood.

     

    Un espacio al que, por cierto, Sergio Goyri, tiene negada la entrada no solo por sus prejuicios, sino por sus muchas limitaciones y poco talento actoral.