El primer principio

ÉTHOS
21/12/2022 04:00

    Aun cuando algún ser humano no profese ninguna religión, existe un primer principio práctico en su conciencia que debe normar toda su conducta: el bien debe hacerse y el mal ha de evitarse.

    Santo Tomás de Aquino, en la Suma Teológica (I-II, q. 94, a. 2), escribió: “En consecuencia, el primer principio de la ley es este: ‘el bien ha de buscarse y hacerse; el mal ha de evitarse’ (bonum est prosequendum et faciendum; malum est vitandum). Y sobre este se fundan todos los demás preceptos de la ley natural, de suerte que cuanto se ha de hacer o evitar caerá bajo los preceptos de esta ley en la medida en que la razón práctica los capta naturalmente como bien humano”.

    Jesús mismo, en la parábola del buen samaritano (Lc 10, 25-37), subrayó la necesidad de practicar la caridad y la misericordia con los más necesitados, porque eso demuestra a quien cumple los mandamientos. El prójimo de la parábola resultó ser una persona que los judíos ortodoxos consideraban como herética. Sin embargo, recalcó Jesús, fue quien cumplió más estrictamente con sus deberes de amor y justicia.

    De igual forma, en el pasaje de Mateo (25,31-46), Jesús aseguró que serán bienaventurados los que practican la misericordia y amor con sus semejantes que padecen necesidad: “tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; estuve desnudo y me vistieron, enfermo o encarcelado y me visitaron”.

    Aún el incrédulo Marqués de Sade, en el Diálogo entre un sacerdote y un moribundo, escribió: “Toda moral humana se encierra en esta sola frase: hacer a los demás tan felices como uno mismo desea serlo, y no causarles nunca un mal que no quisiéramos recibir... Sólo se necesita un buen corazón”.

    ¿Cumplo con este primer principio?