Dice el refrán que “detrás de cada gran hombre hay una gran mujer”. Sin embargo, son muchas las mujeres que no están de acuerdo con este axioma, porque perciben en el fondo una pesada carga ideológica que las ha mantenido al margen durante siglos.
Interpretan la frase para constatar que el sexo femenino siempre ha ocupado un plano de segunda categoría. Sostienen que el sentido de las palabras no contiene un elogio, sino que simplemente corroboran la realidad machista que ha prevalecido.
Recuerdan que antiguamente la mujer no tenía derecho a la educación, pues los padres pensaban que no había necesidad de que estudiara si de todos modos se iba a casar y tendría quién la mantuviera. En los casos más extremos, incluso, se decía que no tenía la misma capacidad intelectual del varón, por lo que los deberes que le correspondían eran la crianza de los hijos y las tareas de casa.
No obstante, el refrán también admite una significación muy positiva, ya que la superación y éxito del hombre depende en la mayoría de los casos del apoyo y respaldo de la mujer, como lo hizo notar a Winston Churchill su esposa Clementine:
De acuerdo a la anécdota, un día que caminaban por la calle, Clementine vio a un limpiador de carreteras y habló largamente con él. Cuando regresó con Winston, éste le preguntó: “¿De qué estabas hablando?” Ella respondió: “Hace muchos años, este hombre estaba locamente enamorado de mí”. Churchill sonrió irónicamente y le dijo: “¿Ves, querida?, ahora serías la esposa de un limpiador de carreteras”. Pero ella arguyó con gran ingenio: “Oh, no, querido. Si me hubiera casado con él, él habría sido primer ministro”.
¿Valoro el amor, apoyo, respaldo y cuidado de la mujer?