El rezago educativo y el futuro (2)

26/02/2022 04:00
    Ante todo este panorama, el Gobierno recorta presupuestos, elimina programas específicos de educación a indígenas y discapacitados, no ha atendido el mantenimiento a los edificios y equipamiento escolar y desaparece el programa de Escuelas de Tiempo Completo que operaba desde 2008, que probablemente era el único avance verdadero para mejorar la calidad de la educación básica y secundaria, que había logrado la colaboración de los maestros y de los padres de familia, que proporcionaba alimentación a los alumnos y ampliaban con éxito enseñanzas oficiales, artes, oficios y deportes. A alguien le estorbó este programa...

    A medida que aparecen más datos y estudios sobre el impacto que ha tenido la pandemia y la falta de una política integral y congruente para, por lo menos, atenuar sus efectos en la educación en México, nos vamos percatando de la gravedad del problema y sus consecuencias en el futuro de toda una generación y en el futuro del País. Por un lado, la Secretaría de Educación Pública reconoce que la deserción escolar ha sido de 270 mil alumnos que ya no han regresado a clases, pero el Instituto Mexicano de Competitividad calcula en sus estudios que los alumnos que desertaron en las escuelas básicas llega a 628 mil, más aún, según reportaje de María Labrada, Víctor Gamboa y Alberto Morales en El Universal (11/02/22), el Banco Mundial informa que la deserción escolar, considerando todos los niveles, es de 2.5 millones de escolares.

    Según información del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria publicada en Reforma, de enero a noviembre de 2021, la inversión en infraestructura educativa, que incluye “construir, conservar y adquirir bienes, registraron una caída de 8.4 por ciento, la mayor en los últimos cuatro años... además de que en el Paquete Económico de 2022 no se tendrá tampoco un mejor presupuesto en el nivel básico”.

    Según columna del representante de UNICEF en México, Fernando Carrera Castro, un estudio realizado por este organismo y el Proyecto de Mediación Independiente de Aprendizajes (MIA) “a cerca de mil 600 escolares entre 8 y 11 años en noviembre de 2021, reveló que 66 por ciento carecía de habilidad básica en lectura y 97 por ciento en matemáticas. Por todo ello, la UNICEF propone que ante la pandemia, las “Escuelas sean las últimas en cerrar y las primeras en abrir”.

    El cierre prolongado de las escuelas, que en México ha sido por más de 50 semanas, precipita al sistema educativo a un atraso escolar que, según Mexicanos Primero en su estudio “Equidad y Regreso”, entre “los aprendizajes más afectados está la lectura, pues hasta el 23 por ciento de alumnos empeoraron de un ciclo escolar a otro...”, y lo más grave es que “el 8 por ciento de los niños que no regresaron a clases presenciales, no recuerda cómo pronunciar números de dos dígitos”. Se reconoce que los datos presentados en el estudio son “la única medición de aprendizaje disponible en el País...” aceptados por la UNICEF, la UNESCO y el Banco de México. Esta investigación, según Katia Carranza, investigadora de Mexicanos Primero “incluyó a 2 mil niños y adolescentes de 10 a 15 años a los que se les aplicó la Prueba Internacional de Medición Independiente de Aprendizajes”.

    Según columna de Valeria Moy en El Universal, prácticamente “los maestros no saben qué hacer frente a la realidad de enseñar el currículo de tercer grado a alumnos que no saben leer., ni directivos de escuelas cuya única alternativa es atribuirles la responsabilidad a los padres de familia... No hay presupuesto, ni voluntad, ni preparación... con sus excepciones”.

    Ante todo este panorama, el Gobierno recorta presupuestos, elimina programas específicos de educación a indígenas y discapacitados, no ha atendido el mantenimiento a los edificios y equipamiento escolar y desaparece el programa de Escuelas de Tiempo Completo que operaba desde 2008, que probablemente era el único avance verdadero para mejorar la calidad de la educación básica y secundaria, que había logrado la colaboración de los maestros y de los padres de familia, que proporcionaba alimentación a los alumnos y ampliaban con éxito enseñanzas oficiales, artes, oficios y deportes. A alguien le estorbó este programa pero, eso sí, los nuevos libros de texto que se están elaborando “en lo oscurito”, sin la consulta a padres de familia y expertos en educación, pretenden eliminar palabras, textos e ideas que se consideran neoliberales como: competitividad, productividad, sociedad de conocimiento, calidad educativa, evaluación del aprendizaje, etc., y con ello agregar al rezago educativo, el rezago en el lenguaje. Tal vez también eliminen términos tecnológicos como digitalización, computación, inteligencia artificial, metaversos, etc.

    Por cierto, en el Programa de Escuelas de Tiempo Completo, Sinaloa ya era referente y ejemplo para otros estados, pues ya se habían integrado más de mil escuelas, pero ello requería desde luego, presupuesto, colaboración sindical y magisterial. Todo lo logrado se perdió y desgraciadamente seguimos “avanzando”, pero hacia atrás.