El saludable optimismo

    El optimista razonable se diferencia del optimista cándido. Para el segundo, ya todo está hecho y resuelto; el primero, en cambio, sin caracterizarse por ser un iluso, enarbola la bandera de la esperanza y marcha decidido para hacerla posible. El optimista encuentra en su horizonte un abanico de retos y posibilidades, mientras que el pesimista solamente contabiliza un catálogo de catástrofes y desgracias.

    Schopenhauer es clasificado como el filósofo pesimista por excelencia, mientras que a Leibniz se le coloca en el extremo contrario, como el filósofo con desbordante optimismo. Para el primero, vivimos en el peor de los mundos posibles, mientras que el segundo se situó en las antípodas y opinó que estamos situados en el mejor de los mundos posibles.

    Es claro que ni el optimismo a ultranza, ni el pesimismo radical pueden ser considerados posturas prudentes. Como afirma un sabio comercial: “todo con medida”. Sin embargo, si debemos elegir entre los dos, es lógico que preferiremos el saludable optimismo. El pesimista no se soporta a sí mismo, de ahí que se torna incapaz de soportar a los demás. Lleva las nubes de la tormenta sobre su cabeza y, por consiguiente, no acierta a colocarse bajo el pararrayos del razonable optimismo.

    El optimista razonable se diferencia del optimista cándido. Para el segundo, ya todo está hecho y resuelto; el primero, en cambio, sin caracterizarse por ser un iluso, enarbola la bandera de la esperanza y marcha decidido para hacerla posible. El optimista encuentra en su horizonte un abanico de retos y posibilidades, mientras que el pesimista solamente contabiliza un catálogo de catástrofes y desgracias.

    La controvertida realidad de nuestro mundo no extiende un cheque en blanco, pero tampoco invita al funeral de las ilusiones, aun cuando el verdugo de la guerra se extienda sin cesar, la violencia escale niveles escandalosos, la economía sea más endeble, el cambio climático alcance proporciones amenazantes, el agua amenace con extinguirse del planeta y la depresión alcance a más víctimas en este “Mondo cane” (perro mundo), de acuerdo al título de una película italiana de 1962, que tuvo varias secuelas y logró gran fama con su tema musical: “More” (más).

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