“El sembrador al atardecer” es una famosa pintura realizada por Van Gogh. Es impresionante el brillante sol encaminándose a su ocaso, que dibuja por detrás de la figura del sembrador. Creó estas pinturas por su cercanía con otros pintores con los que alternó: Gauguin y Millet. Y, claro, su antigua formación religiosa, donde la figura del sembrador es emblemática, estaba muy latente en su ardiente interior.
En su audiencia general de ayer, el Papa León XIV aludió a esta famosa pintura, pues se centró en la parábola del sembrador (Mt 13,1-17): “Tengo en mente ese hermoso cuadro de Van Gogh: El sembrador al atardecer. Esa imagen del sembrador bajo el sol abrasador me habla también del esfuerzo del campesino. Y me llama la atención que, detrás del sembrador, Van Gogh haya representado el trigo ya maduro. Me parece una imagen de esperanza: de una forma u otra, la semilla ha dado fruto. No sabemos muy bien cómo, pero es así. En el centro de la escena, sin embargo, no está el sembrador, que está a un lado, sino que todo el cuadro está dominado por la imagen del sol, tal vez para recordarnos que es Dios quien mueve la historia, aunque a veces nos parezca ausente o lejano. Es el sol que calienta la tierra y hace madurar la semilla”.
El Papa precisó que se trata de un sembrador original, pues no se preocupa por la condición del terreno en que cae la semilla: “La forma en que este sembrador «derrochador» arroja la semilla es una imagen de la forma en que Dios nos ama”. Dios confía que en que la semilla florezca, por eso la arroja en todo tipo de terreno, ya sea que estemos dispuestos o seamos superficiales o distraídos
¿Soy terreno dispuesto?