Una vez terminado el sexenio de López Obrador, se pueden hacer los estudios y evaluaciones para compararlo, criticarlo y aprobarlo o rechazarlo:
1. Se le llamó “el sexenio del bienestar”, básicamente porque se tomó la decisión de repartir los recursos federales, tanto los fiscales como lo ahorrado en prevención de desastres naturales y económicos. De 2019 a 2024, siguen datos de la SHCP, se gastaron 2.33 billones de pesos en los 12 principales programas sociales, con la intención de favorecer a los adultos mayores, jóvenes y becas de educación básica, etc., aunque también con la oculta intención de asegurarse la fidelidad electoral de los beneficiados y se buscó mejorar la economía incrementando el consumo de bienes y servicios. Lo primero, la fidelidad se logró plenamente, pero en el mejoramiento de la economía se fracasó, pues el País creció menos del 1 por ciento anual, el porcentaje más bajo en décadas.
2. El fracaso mayor se tuvo en el tema de la seguridad, pues aunque fue el sexenio de los “abrazos” a los delincuentes, éstos, al sentirse no perseguidos por las fuerzas del orden, se expandieron por todo el territorio nacional, lucharon entre sí por apoderarse de territorios, rutas de trasiego de drogas, de armas y de dinero, para lo cual tuvieron que asesinar a alrededor de 190 mil personas en el sexenio, desaparecer a miles de ciudadanos, extorsionar negocios y personas, secuestrar a muchos más y reclutar, a la buena o a la mala, a jóvenes y niños para “sus negocios”, etc., ocasionando con todo ello crisis nacional e internacional, cuyo precio se está pagando actualmente. Fue el sexenio perdido en seguridad.
3. También fue un sexenio perdido en lo económico, pues se gastaron los recursos ahorrados y los recursos fiscales y se endeudó al País como nunca en la historia, pues se incrementó la deuda en casi 7 billones de pesos más; aunque López Obrador siempre proclamó que no había endeudado al País, el sólo hecho de que la SHCP anunciara anualmente que se gastó más que lo que se obtenía de ingresos, totalizó en el sexenio déficits públicos por más del 21 por ciento del PIB, por lo que el Gobierno tuvo que pedir prestado. Además, no se crearon los empleos necesarios porque no se impulsó la inversión privada; la economía informal no se regularizó y buena parte de los recursos públicos se fueron a obras de poca o nula productividad económica, como la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el aeropuerto Felipe Ángeles.
Fue pues un sexenio perdido en cuanto al crecimiento económico total y per cápita.
4. Fue un sexenio perdido en cuanto a la atención de la salud de los mexicanos; comenzando por la decisión de romper el sistema de distribución de medicamentos que, con todos sus defectos, cumplía el objetivo de surtir las medicinas a tiempo y en su lugar, pero el “señor Presidente”, en su fobia contra las empresas, perjudicó a millones de mexicanos. Hasta la fecha, a pesar de los inventos para crear un nuevo sistema de distribución, se ha fracasado y todavía no hay medicinas para los ciudadanos.
La irresponsable decisión de recortar el presupuesto a la salud, sin atender el mantenimiento de las instalaciones, clínicas y hospitales, y no se han contratado más médicos y especialistas, pero eso sí, se han importado médicos cubanos que prácticamente desconocen los nombres de los medicamentos de los que carecen en Cuba. El sistema de urgencias es deplorable, no hay camas, te sientan en una silla a esperar días y hasta semanas, o bien los especialistas te conceden cita para cuatro o seis meses después.
Buena parte del dinero que se gasta en obras improductivas sería más efectivo en el mejoramiento del servicio de salud institucional; así pues, ese sexenio fue uno fallido y perdido para los ciudadanos en salud.
5. El sexenio de López Obrador fracasó también en el primordial servicio de la educación. El desorden gubernamental también se sufrió en la educación; nunca se logró un plan de estudios lógico y ordenado; “la escuela es nuestra” no tuvo orden ni concierto, los maestros no se enteraron de cuál era el plan único para aplicar, cada quien trabajó con alguno de los planes anteriores, pero nunca se unificó un solo plan; tampoco se asignó el presupuesto necesario para mantenimiento de escuelas y compra de materiales, mucho menos para enseñar lo nuevo en digitalización, internet, enseñanza a distancia e inteligencia artificial porque “el señor Presidente” tampoco lo entendía.
Este sexenio es “reo” del atraso en la educación y fallar en esto, es lo peor que nos pudo pasar. Lástima de sexenio.