El último ciudadano soviético

BUHEDERA
    Así fue la odisea de Sergei Krikalev, el cosmonauta que tras soportar más de 10 meses orbitando la Tierra aterrizó en un país que ya no existía. Su temporada abandonado en el espacio le valió pasar a la historia como “el último ciudadano soviético

    https://www.bbc.com/mundo/noticias-59771544

    “Sergei Krikalev, el cosmonauta abandonado en el espacio mientras la Unión Soviética colapsaba, Carlos Serrano (@carliserrano), BBC News Mundo

    “Desde la estación espacial soviética Mir, el cosmonauta Sergei Krikalev tenía una vista privilegiada del planeta Tierra, tan idílica, que no le permitía ver el incendio político en el que ardía su país.

    El 18 de mayo de 1991 Krikalev partió a bordo de la nave Soyuz para una misión de cinco meses en la estación Mir que orbitaba la Tierra. Junto a él viajaron el también soviético Anatoly Artsebarsky y la británica Helen Sharman.

    El lanzamiento fue desde el legendario cosmódromo Baikonur en Kazajistán, el mismo desde donde la Unión Soviética se había puesto en ventaja en la carrera espacial contra Estados Unidos, con hitos como poner el primer satélite en órbita, el Sputnik; el viaje de la perra Laika; y la llegada del primer ser humano al espacio: Yuri Gagarin, en 1961.

    Para entonces, la estación Mir era un símbolo de ese poderío soviético en la exploración espacial.

    La misión de Krikalev era más bien rutinaria, debía hacer algunas reparaciones y actualizaciones a la estación. Pero mientras en el espacio las cosas transcurrían sin mayores problemas, en tierra la Unión Soviética comenzaba a resquebrajarse rápidamente.

    En cuestión de meses, la gigantesca y poderosa Unión Soviética se desintegró mientras Krikalev estaba en el espacio. Por esa razón, lo que en principio era una misión que no representaba mayores complicaciones, dejó a Krikalev literalmente en un limbo durante meses, flotando en el espacio más del doble del tiempo que tenía planeado y sometiendo su cuerpo y su mente a efectos desconocidos.

    Así fue la odisea de Sergei Krikalev, el cosmonauta que tras soportar más de 10 meses orbitando la Tierra aterrizó en un país que ya no existía. Su temporada abandonado en el espacio le valió pasar a la historia como “el último ciudadano soviético”.

    El más popular

    Sergei Krikalev nació en 1958 en Leningrado, hoy San Petersburgo. Se graduó como ingeniero mecánico del Instituto Mecánico de Leningrado en 1981 y luego, tras cuatro años de entrenamiento se convirtió en cosmonauta. En 1988 realizó su primer viaje a la estación Mir, que orbitaba la Tierra a una altura de 400 km sobre la superficie terrestre.

    Actualmente, Krikalev es el director de misiones tripuladas de Roscosmos, la agencia espacial de Rusia. El de mayo del 91 era su segundo viaje a la estación.

    Lewis se refiere a que durante las largas estancias en la Mir, Krikalev tomaba el radio y conversaba con personas del común que encontraban su frecuencia desde la Tierra. “De esa manera estableció relaciones informales con gente alrededor del mundo”, dice Lewis. Krikalev nunca estuvo solo en la estación Mir, pero sí fue el más popular.

    “No era el único que estaba en la estación, pero era quien hablaba por la radio todo el tiempo”, dice Lewis. La historiadora cree que por eso, aunque al momento de la disolución de la Unión Soviética, junto a Krikalev en la Mir estaba el cosmonauta Aleksandr Volkov, es a Krikalev a quien más se recuerda como “el último ciudadano soviético”.

    Se desbarata la unión

    Entre 1990 y 1991 todas las repúblicas que conformaban la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) habían declarado su independencia. En este momento, el presidente era Mijaíl Gorbachov, quien con su famosa “Perestroika”, intentó modernizar al país, acercarlo al capitalismo, descentralizar el poder económico de muchas empresas y permitió que se crearan negocios de propiedad privada. Este proceso causó mucha resistencia entre el Partido Comunista. Entre el 19 y el 21 de agosto de 1991, un grupo del ala más dura del Partido Comunista intentó un golpe de Estado contra Gorbachov, que, aunque no tuvo éxito, sí dejó a la Unión herida de muerte.

    ‘Todo está bien’

    Mientras Gorbachov perdía el control del país, Krikalev seguía flotando en el espacio. ‘Nosotros no entendíamos lo que pasaba’, recuerda el propio Krikalev en 1993. ‘Con la poca información que nos daban, tratábamos de tener el panorama completo’”.

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