El verano más importante para la educación en Sinaloa

    Este verano tenemos la oportunidad de terminar de convencernos y sensibilizarnos respecto a las consecuencias negativas de mantener a niñas, niños y jóvenes afuera de la escuela.

    El verano que inicia estará marcado por la urgencia de organizar y planificar probablemente el ciclo escolar más importante de la historia en Sinaloa. Entre hoy y el 30 de agosto, se deberá trabajar arduamente en definir cómo iniciar el camino de recuperación de una crisis educativa sin precedentes. Claramente, esto va más allá de si hay o no agua, de jabón. Se trata de todo un sistema que hay que movilizar. Y como ya hemos planteado con anterioridad, se requiere el esfuerzo de todos.

    Como familias, nos tocará ser responsables durante las vacaciones y disfrutar del descanso sin dejar de respetar medidas preventivas. Hay que recordar que aun con vacunación, podemos contagiarnos y transmitir el virus. Que nuestros hijos puedan volver a estar en las escuelas, depende de las decisiones que tomamos como adultos.

    Al Gobierno del Estado, por su parte, le tocará actuar para evitar que las tasas de contagio se salgan completamente de control. La vacunación ha aportado y afortunadamente son menos los fallecimientos. Pero el virus se mueve rápido y sigue presionando al sistema de salud público y privado. Un paso importante estará en restringir actividades masivas no esenciales. Y un segundo punto debe ser actualizar la información que se publica para prevenir contagios, destacando mucho más la importancia de la ventilación en espacios cerrados y el uso obligatorio de cubrebocas en todo momento.

    Luego, a la Secretaría de Educación Pública y Cultura (SEPyC) le tocará continuar con la implementación de los Centros Comunitarios de Aprendizaje (CCA), buscando que cada día sean más los espacios disponibles para el beneficio de niñas, niños y jóvenes. Esto implicará asegurar que evolucione la dimensión pedagógica de los mismos, mediante medidas como la evaluación y focalización de aprendizajes y la enseñanza personalizada. Y sin olvidar ir a buscar a quienes no han regresado aún a la escuela, pese al funcionamiento de los CCA.

    Este verano tenemos la oportunidad de terminar de convencernos y sensibilizarnos respecto a las consecuencias negativas de mantener a niñas, niños y jóvenes afuera de la escuela. Y para dejar atrás la idea de que la escuela es un lugar particularmente riesgoso para el contagio. No es así. Hoy la evidencia señala claramente que es posible regresar de manera segura a ellas. Pero ello requerirá recursos, capacidades de gestión y organización y mucho compromiso.

    El derecho a la salud y a la vida van de la mano. No se trata de optar por una cosa o por la otra. Pero a estas alturas, es importante dejar de decidir lo que ocurre en materia educativa únicamente por el color de un semáforo que no considera la urgencia que generan la crisis de aprendizaje y bienestar socioemocional. Urge calcular de manera más integral y sofisticada, el riesgo de continuar con las escuelas cerradas para el derecho a aprender de niñas, niños y jóvenes.

    La pérdida de aprendizajes y de bienestar socioemocional puede tener consecuencias que marquen a los estudiantes de por vida. Adelante, se tendrán varias semanas para evitar que las oportunidades de vida de toda una generación se vean limitadas de manera permanente. Sin duda, estamos frente a un verano que nos ofrece una oportunidad única para ir al rescate del derecho a aprender de niñas, niños y jóvenes en Sinaloa. No podemos fallar.

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