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"Éthos"

"El viejo y el niño"

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ÉTHOS
30/04/2019 20:52

    rfonseca@noroeste.com

    @rodolfodiazf

     

     

     

    Dice un refrán que los extremos se tocan. Es decir, todas las fases o posturas contrarias, a pesar de ser distantes o casi contradictorias, tienen también sus grandes semejanzas y similitudes.

    En la novela distópica Un mundo feliz, Aldous Huxley hizo decir a Mustafá  Mond, Interventor Mundial de Europa Occidental: “Los extremos se tocan. Por la sencilla razón de que los obligan a tocarse”.

    Hoy -centrándonos en la reciente celebración del Día del Niño- enfocaremos esta sentencia a la niñez y vejez, citando a dos autores literarios.

     

    Elsa Parrao de Hoyos escribió un poema titulado el viejo y el niño: “Los niños son el mañana, los viejos son el ayer, sin mañana no habría vida ni vida sin el ayer.

    Los niños son esperanza, los viejos son añoranza. El futuro es un enigma, el pasado realidad.

    A los niños se les carga porque no saben andar, los viejos son una carga cuando no pueden andar.

    El niño puede y no sabe, el viejo sabe y no puede, tan merece el que no sabe, como el que sabe merece.

    Los niños apenas van, los viejos ya todos fueron. Uno es fuego, el otro hoguera, uno es alfa, el otro omega.

    El niño indefenso es, el viejo indefenso está. No es lo mismo ser que estar ni estar sin poder ya ser”.

     

    Efraín Barquero, poeta chileno, en su obra El viejo y el niño, señaló: “El viejo pasea con el niño y es como si uno condujera al otro, como si uno abriera los ojos y el otro los cerrara.

    Se agranda el rostro del niño y se empequeñece el del anciano, porque uno se sonríe hacia afuera y el otro hacia dentro”.

     

    ¿Trato con amabilidad y dulzura a ambos, al viejo y al niño?