"Elota, fiesta en la guerra El narco ya se instaló ahí"
El Congreso del Estado sesionará hoy en La Cruz, Elota, corazón del conflicto y núcleo de la mancha sanguinolenta de la violencia que deriva de la ruptura en el Cártel de Sinaloa.
Ahí, donde el olor a pólvora y los estragos del miedo diluyen todo principio de autoridad, sin más ley que la dictada por los grupos criminales.
Obedeciendo un mandato del Legislativo, también se trasladarán los poderes Ejecutivo y Judicial, en el protocolo que le agregará solemnidad al de por sí tétrico silencio que imponen el miedo y la saña con que actúan en esa zona los pistoleros de las diferentes fracciones locales del narcotráfico.
Los diputados y autoridades van bajo engaño porque el Alcalde Geovani Escobar Manjarrez les dice que hay condiciones de seguridad pública y que los enfrentamientos entre narcos ocurren solo en la autopista. Verán, a lo largo y ancho del municipio, las cruces donde cayeron los muertos y los rostros de preocupación de los elotenses que les dirán lo contrario.
No finquemos nada en la mentira. Allí, en el poblado de Buenos Aires, los gatilleros establecieron su campo de batalla al enfrentarse dos bandos rivales, el 15 de febrero, y más recientemente, el 18 de abril, fue necesario cerrar la autopista Culiacán-Mazatlán porque no había condiciones de seguridad para los viajeros.
Por desgracia, los pistoleros del narco y sus rencillas se establecieron en Elota antes que los poderes formales que se instalan hoy. Por ejemplo, el 17 de abril dejaron los cadáveres de cuatro personas asesinadas en las inmediaciones del ejido Rosendo Garza. ¿Eso significa estar seguros?
Sinaloa es como un pastel repartido entre células del también llamado Cártel del Pacífico.
Elota es una tajada cedida al segmento que hoy encabezan los hijos de Joaquín Guzmán Loera, así como la zona de Eldorado y Costa Rica se entregó a Dámaso López Núñez y su hijo, y el resto del Valle de San Lorenzo y del municipio de Culiacán es territorio de Ismael Zambada.
Es posible que el traslado de poderes a Elota sea más una excursión de políticos que el deseo de escuchar y atender a un pueblo que lleva décadas sin ver algún destello de esperanza, pues un día es rehén del cacicazgo político de Daniel Amador y al otro es trofeo de caza de los sicarios del narco.
Podría ser que los productores del campo, pescadores y comerciantes no se animen a decirles a tan empoderados turistas que viven prisioneros del miedo. Secuestros, levantones, desapariciones y todo el inventario delictivo ha sido descargado sobre esa pequeña porción de Sinaloa. Elota ya no tiene suelo para tantos muertos, ni cielo para tantos ruegos.
Al conmemorarse el centenario de la municipalización de Elota, las familias que viven en permanente terror deben cobrar voz y recuperar la exigencia a los gobernantes. Teniendo ante sí a los tres poderes, es justo que diputados, gobernador y magistrados sepan la realidad que existe bajo el festejo.
Re-verso
Si van hacer sus deberes,
En la visita a la Cruz,
Soslayen los tres poderes,
La política del avestruz.
Gobierno ambulante
Sea o no el aniversario de los municipios debieran hacer costumbre el Congreso, Gobernador y Supremo Tribunal de Justicia dejar sus cómodas oficinas y escuchar cara a cara las tribulaciones de los sinaloenses. Solo por quedar bien, cuando los alcaldes vienen a Culiacán pintan a sus regiones como el edén de enanos felices y hadas mágicas. Y la realidad es el desdén y las madreadas que soporta la gente.