En la mira está el INE, pilar de nuestra democracia. La palabra utilizada por el líder de MORENA fue ‘exterminar’. El Presidente ha caricaturizado y ofendido a los integrantes del Consejo. El INE ha vivido tres años de acoso. Pero aun así, en la mente de los ciudadanos, goza de cabal salud. No van a poder.

    ¿Qué son las instituciones? Algunos piensan en edificios: el Palacio Nacional, San Lázaro, la SCJN con Otero vigilando, el Senado etc. Son sus hogares. Pero las instituciones son mucho más, a decir de Tocqueville, ellas viven en la mente de los ciudadanos.

    Así lo demostró la consulta.

    México enfrenta un periodo de destrucción institucional inédito: se atenta contra la vida institucional desde las propias instituciones. Estrangulan sus presupuestos, buscan volverlas disfuncionales: hospitales sin medicinas; intentan cooptarlas con la designación de “leales”, la SCJN; amenazan a sus integrantes con los aparatos de estado, también a periodistas, Loret; y, finalmente, hay campañas sistemáticas para desprestigiarlas, el INE. Resultado: erosión provocada de los contrapesos y concentración de poder en un hombre. Son acciones de tracto sucesivo que terminan siendo, técnicamente, un Golpe de Estado. No hay un día de la gran tragedia, hay muchas pequeñas. Pero están fracasando.

    México logró algo que muchos países admiraban: una convivencia civilizada entre el mando civil y las FFAA. En noviembre pasado el Secretario de la Defensa llamó a los mexicanos a unirse a la 4T, a tomar partido. Hubo una pequeña revuelta mediática. Aparentemente allí quedó. Violó la Ley de Disciplina del Ejército y Fuerza Aérea, que prohíbe a los militares hacer política. Si lo desean -sus derechos son inalienables- deben de separarse de la responsabilidad militar. Hace unos días en la “campaña del descaro” para favorecer la consulta, participó la cabeza de la Guardia Civil, con uniforme. En esas cabezas no hay instituciones, pero sí están en las de los mexicanos. Cuidado con el crédito social de las FFAA, nada tienen garantizado.

    Si el clero abiertamente tomara partido en las discusiones políticas, rompería otro acuerdo de convivencia pacífica que costó mucha sangre. Pero saben que habría un rechazo ciudadano. Mejor se han abstenido. Intentaron la cooptación del Banco Central. Pero los miembros de la Junta de Gobierno -con independencia de simpatías- están respetando a la Institución. La Corte está dividida entre los institucionales y los que no lo son, todo en el mismo edificio. Los han menospreciado: “no me vengan con el cuento de la ley”, expresión que de hecho es un llamado a la subversión. Un Presidente institucional debió de haber detenido a sus huestes, comenzando por el Secretario de Gobernación y la Jefa de Gobierno, exigiéndoles acatar la veda. Pero fue el primero en violarla. Con actos simbólicos y no tanto, el uso del avión de la GN, han buscado destruir los criterios institucionales. Pero ya están en la mente de muchos mexicanos. Pocos aceptaron la farsa, 82 por ciento no acudió. Hay 23 millones de beneficiarios de programas sociales. Dónde quedaron. Perdieron. Pero la batalla sigue.

    Al día siguiente de la extraña votación de la Corte sobre la constitucionalidad de la LIE, las autoridades anunciaron que revisarán y revocarán los permisos de autogeneración. Del costo nada se dice. Que vanidad: falta la tormenta de amparos. Hay resistencias. La propia Corte se pronunció en contra del Fiscal General y liberó a la familia Cuevas-Morán de la persecución. También echó abajo el impedimento para que los ex servidores públicos no puedan contratarse en diez años. Otro fracaso fue el intento de apropiación por parte del Ejecutivo de los recursos producto de la llamada austeridad. La lista de fracasos crece todos los días.

    En la mira está el INE, pilar de nuestra democracia. La palabra utilizada por el líder de MORENA fue “exterminar”. El Presidente ha caricaturizado y ofendido a los integrantes del Consejo. El INE ha vivido tres años de acoso. Pero aun así, en la mente de los ciudadanos, goza de cabal salud. No van a poder.

    Es golpismo de baja intensidad, pero el dique está en la mente de los mexicanos. A ser ciudadanos institucionales, por ahí se comienza.

    Parafraseando a Alfonso Reyes, hay institucionalidad para rato.

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