Energía y transparencia: aprender del pasado para no comprometer el futuro

13/05/2025 04:01
    Uno de los principales problemas de las renovables en nuestro País ha sido la falta de acceso a la información y la rendición de cuentas por parte del Estado. Frente a la actual crisis climática global, México debe actuar congruentemente al ser un país firmante del acuerdo de Escazú, donde se comprometió a garantizar el acceso a la información, la participación pública y el acceso a la justicia en materia ambiental.

    En medio del nuevo orden de desglobalización con la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos, el Gobierno mexicano anunció sus planes de soberanía energética con acciones como acelerar las inversiones en generación eléctrica, reducir la importación de gas natural e impulsar 59 proyectos de inversión para fortalecer las redes de transmisión y distribución.

    El Gobierno enfatizó que el 25 por ciento de la inversión de este año será para energías renovables, y para ello, el trámite de los permisos correspondientes será más rápido.

    Ante la gravedad que implica los costos socioambientales y la falta de acceso a la información, es importante retomar las lecciones que nos han dejado el uso (y mal uso) de las energías renovables.

    El sector energético es una de las industrias más contaminantes en el mundo, mayormente por la quema de combustibles fósiles. Es responsable del 76 por ciento de las emisiones globales, incluyendo los subsectores de transporte, generación de electricidad y generación de calor.

    Aunque la generación de energía renovable pueda emitir menos emisiones, durante su construcción y manufactura se han documentado impactos ambientales y sociales que no hay que soslayar.

    Por ejemplo, el colectivo GeoComunes ha calculado que los proyectos solares en México requieren extraer 228 mil toneladas de minerales, especialmente aluminio. Mientras que, para proyectos eólicos, 1.3 millones de toneladas de minerales, principalmente hierro. Adicionalmente, requieren un alto nivel de consumo eléctrico por parte de las industrias mineras y cementeras para su desarrollo, derivando en fuertes impactos socioambientales, más allá de las emisiones.

    La instalación de energía renovable, bajo una lógica mercantil a gran escala en México, también ha tenido un elevado costo social, con afectaciones como el despojo de tierras, la violación a la libre determinación de pueblos indígenas, especialmente en Yucatán y Oaxaca, así como la fragmentación de las comunidades, porque -además- la energía no ha sido para su autoconsumo.

    Y es que, en los aspectos ambientales y sociales, uno de los principales problemas de las renovables en nuestro País ha sido la falta de acceso a la información y la rendición de cuentas por parte del Estado. Frente a la actual crisis climática global, México debe actuar congruentemente al ser un país firmante del acuerdo de Escazú, donde se comprometió a garantizar el acceso a la información, la participación pública y el acceso a la justicia en materia ambiental.

    Los planes de soberanía energética no pueden ocurrir en detrimento de los derechos colectivos y del impacto territorial donde se sitúen. Por eso es importante exigir el acceso a la información, evaluaciones socioambientales rigurosas y el respeto a derechos colectivos.

    La autora es Ariana Escalante (@ariana_esk), investigadora en temas de justicia climática en @FundarMexico.