Entre lodo y esperanza: las niñas y los niños que esperan volver a la escuela

25/10/2025 04:01
    Las niñas y niños en comunidades incomunicadas enfrentan riesgos mayores de desnutrición, exposición a enfermedades transmitidas por agua contaminada o mosquitos, afectaciones psicológicas derivadas del miedo constante y un grave rezago educativo.

    Cuando el agua baja, lo que queda no son sólo calles cubiertas de lodo, escuelas destruidas o caminos cerrados. Quedan comunidades heridas, familias fragmentadas y una niñez que intenta comprender por qué su mundo cambió de un día para otro. Las inundaciones que durante octubre devastaron el oriente y el centro del País -principalmente en Veracruz, Puebla e Hidalgo- son ya una de las emergencias más graves de los últimos años.

    Hasta ahora, las cifras oficiales hablan de 79 personas fallecidas, 29 desaparecidas, mil 380 escuelas afectadas y 121 caminos cerrados. Pero detrás de esos números hay miles de niñas, niños y adolescentes cuya vida cotidiana se ha interrumpido, y cuyas heridas -emocionales, sociales y educativas- no se curarán cuando las aguas se retiren.

    En cada emergencia, los impactos se miden por daños materiales o pérdidas humanas. Sin embargo, la niñez rara vez aparece como un grupo con necesidades específicas, aun cuando es la más vulnerable ante la pérdida de estabilidad, seguridad y rutina.

    En las comunidades más afectadas por las lluvias -Poza Rica, Xicotepec, Tihuatlán, Huauchinango, entre otras-, niñas y niños lo perdieron todo: su casa, su escuela, sus cuadernos, sus juguetes y, en muchos casos, a algún familiar.

    Mientras el País observa las imágenes de las inundaciones, en los albergues improvisados se multiplican las preguntas que no salen en los noticieros: ¿Cuándo volveremos a la escuela? ¿Cuándo regresará la luz? ¿Por qué ya no está mi casa?

    Escuelas cerradas, futuro en pausa

    En las zonas afectadas, más de mil 380 escuelas resultaron afectadas: algunas muy dañadas, otras convertidas en refugios temporales. En 112 localidades, donde los caminos de acceso se encuentran bloqueados o cubiertos por deslaves, decenas de comunidades permanecen incomunicadas.

    La Secretaría de Educación Pública reportó la suspensión de clases en varios municipios durante semanas, lo que agrava un rezago educativo que ya era preocupante. Cada día sin clases representa más distancia entre las niñas y niños de las zonas rurales y el resto del país.

    Las escuelas no son sólo espacios de aprendizaje: son entornos seguros, donde las niñas, niños y adolescentes encuentran alimentación, atención médica y contención emocional. Cuando dejan de funcionar, la vida comunitaria se fragmenta. Y para las niñas y adolescentes, el cierre prolongado de escuelas incrementa riesgos como el trabajo infantil, los matrimonios tempranos o la violencia doméstica.

    “Familias enteras están varadas en distintos municipios de las zonas más afectadas, sin alimentos ni insumos básicos. El acceso sólo es posible en autos pequeños o caminando por veredas que tardan días en recorrerse”, relata Maribel, trabajadora de la SEP en Puebla, al equipo de Save the Children que se encuentra en las zonas afectadas dando atención a la niñez y adolescencia.

    En estas condiciones, la niñez queda atrapada entre la emergencia y el aislamiento. Las niñas y niños en comunidades incomunicadas enfrentan riesgos mayores de desnutrición, exposición a enfermedades transmitidas por agua contaminada o mosquitos, afectaciones psicológicas derivadas del miedo constante y un grave rezago educativo.

    La niñez en el centro de la respuesta

    Ante este contexto, desde Save the Children México activamos nuestra respuesta humanitaria en Puebla y Veracruz, con presencia en Xicotepec y Poza Rica, en coordinación con autoridades locales y otras organizaciones.

    Nuestras acciones incluyen la distribución de insumos esenciales -como kits de higiene familiar, kits de limpieza, kits de apoyo psicoemocional y alimentos-, así como la instalación de Espacios Amigables para la Niñez, donde las niñas y los niños pueden jugar, aprender y expresar sus emociones en entornos seguros.

    Además, Save the Children participa en la Mesa de Educación en Emergencias, en los grupos de Nutrición y de Agua, Saneamiento e Higiene (WASH), y en esfuerzos conjuntos con Protección Civil, UNICEF y organizaciones locales, para garantizar que la recuperación incorpore una perspectiva centrada en la infancia.

    Como parte de nuestra intervención, también se están realizando evaluaciones participativas con comunidades afectadas, con el fin de identificar necesidades específicas de niñas, niños y adolescentes, y diseñar estrategias de apoyo sostenibles.

    Reconstruir para sanar

    Esta emergencia deja en evidencia un patrón que se repite en todo el País: los desastres golpean con mayor fuerza a quienes ya vivían en condiciones de pobreza, marginación o exclusión. Las comunidades rurales e indígenas del oriente de México, donde la infraestructura es limitada y los servicios públicos son precarios, enfrentan una doble vulnerabilidad: la del clima y la del olvido.

    Las niñas y los niños que hoy sobreviven entre lodo y refugios temporales son las mismas infancias que, sin apoyo, verán reducido su potencial en los próximos años. La crisis climática no solo amenaza con más lluvias e inundaciones: amenaza con profundizar las desigualdades que definen el destino de millones de niñas y niños en México.

    Un habitante de Poza Rica, Veracruz compartió con Save the Children: “Necesitamos apoyo psicológico, pero no tenemos tiempo. Primero debo limpiar mi casa y buscar a mis familiares en colonias que aún están incomunicadas”. Por eso, la recuperación no puede limitarse a reconstruir carreteras o viviendas. Debe incorporar una visión integral, con atención psicosocial, apoyo educativo, espacios seguros y participación comunitaria.

    La reconstrucción, si se hace con enfoque de derechos, puede ser una oportunidad para sanar. Los gobiernos locales y federales tienen la responsabilidad de garantizar que los recursos destinados a la recuperación incluyan la rehabilitación de escuelas, el restablecimiento de servicios básicos y programas permanentes de atención psicoemocional para niñas, niños, adolescentes y sus familiares.

    Desde Save the Children creemos que cada desastre debe dejar lecciones institucionales: planear ciudades más resilientes, fortalecer los sistemas de protección a la niñez y garantizar que las emergencias no se gestionen únicamente desde la infraestructura, sino desde la protección integral de las personas, en especial, de la niñez.

    Porque cuando el agua baja, lo que queda es la niñez. Y si no la cuidamos hoy, las marcas de esta emergencia no estarán en los muros de las casas, sino en la memoria de quienes crecerán recordando que un día lo perdieron todo.

    Save the Children (@SaveChildrenMx) es una organización independiente líder en la promoción y defensa de los derechos de niñas, niños y adolescentes. Trabaja en más de 120 países atendiendo situaciones de emergencia y programas de desarrollo. Ayuda a los niños y niñas a lograr una infancia saludable y segura.