Es sábado por la noche, dime a cuál “antro” vas y te diré quién eres
A mi edad ya no es tan común -como antes lo era- acudir a las discotecas (o antros). Pero como buen “chavorruco” de vez en cuando me doy una escapada con los amigos a tomar una cerveza entre la “chaviza”. El pasado fin de semana fue una de esas ocasiones, un amigo cumplió años y nos invitó a festejar.
Como científico social, siempre observo y trato de explicar el comportamiento y las dinámicas sociales, aun en los lugares más vulgares. Es como parte de mí, aunque a veces quisiera sólo estar ahí para divertirme, el “ojo sociológico” siempre está presente.
Así es como me he dado cuenta de que los “antros” son como una sociedad en pequeña escala, el lugar de preferencia dice mucho de quién se es en la sociedad; en qué residencial vive, dónde estudia, cuál es su círculo social, en resumen, a qué clase social pertenece.
En ese microcosmos, la vestimenta, las bebidas, la compañía, el tiempo de espera en la fila de entrada, hasta la ubicación de la mesa, son signos de distinción y status.
La distinción para el sociólogo Pierre Bourdieu, es la capacidad que tienen las personas de conocer su posición social, en base a elementos de comparación con otras. En la discoteca podemos observar constantemente estos procesos a través de distintas actividades y momentos de la noche.
El primer factor de distinción es desde la fila de entrada. El “cadenero” decide qué personas pueden entrar y cuáles no. Se supone que ningún establecimiento en México puede discriminar por ninguna razón, pero todos saben que la admisión es de acuerdo a criterios económicos y estéticos. Primero entran por la fila VIP las personas que más gastan en el establecimiento, los clientes frecuentes y las chicas más atractivas y jóvenes. Yo, por supuesto, tuve que esperar mi turno en la fila de los mortales.
Después de hacer fila media hora afuera, al lograr entrar al establecimiento, el siguiente reto es conseguir una mesa. Este detalle es de suma importancia, ya que la distribución de las mesas está asociada con el poder de consumo, cuanta mayor libertad de elección tenga uno, más elevada será la posición que ocupe en la jerarquía social de esa noche. Así, los grupos que pueden comprar botellas de licor muy costosas como whisky, champagne o cognac, son los poseedores de las mesas en el centro y cerca de la pista de baile. Lo importante aquí es poder ser vistos, mostrar poder adquisitivo y diferenciarse de los “otros”.
Desde la concepción de estos jóvenes las personas menos distinguidas son aquellas que toman bebidas consideradas baratas, por ejemplo, los que toman cerveza o botellas menos caras, esos grupos manifiestan tener menor estatus.
El “ligue” en la disco es un elemento siempre latente, conforme va avanzando la noche se empiezan a formar parejitas que no iban juntas, sino que se hicieron dentro del establecimiento. Aquí de nuevo, la condición socioeconómica es la que marca la diferencia, pues muchas de las chicas se acercan sólo a las áreas de mayor prestigio buscando proveedores para las bebidas, tan sólo valiéndose de sus encantos femeninos.
Para competir por las miradas del sexo opuesto hay que saber llevar la indumentaria adecuada. Por medio de la vestimenta uno es reconocido y situado en la sociedad. Aquí no es la excepción, los de más alto nivel social, usan marcas de diseñador como Armani, Hugo Boss, Versage, Chanel o Louis Vuitton.
Ya son las tres de la madrugada, mis dos amigos y yo, estamos tomando una cerveza, parados atrás de la barra, y vestimos ropa de oferta. En esa condición somos prácticamente invisibles. Me tomará cuatro días recuperarme de este desvelo, así que mejor me voy a dormir.
Es cuanto....