Es tiempo...

04/05/2025 04:00
    Es tiempo de que los municipios asuman su responsabilidad en la protección integral de la seguridad ciudadana y que vea en pesos y centavos como parte de la misma a los cuerpos de bomberos.

    “¡Quiero ser bombero!” es una de las respuestas comunes que escucha uno en la boca de chavalillos a la pregunta de qué quieren ser de grandes. Es una aspiración efímera que se va diluyendo al paso de los años y escasos son los que hacen realidad la vocación primera, dedicándose, regularmente, al voluntariado de los cuerpos de bomberos de su localidad.

    Hoy, a nivel internacional se celebra el Día Internacional del Bombero, efeméride fijada por la Organización de las Naciones Unidas, como un homenaje a hombres y mujeres que, dentro de su misión de vida, han fijado el ayudar al prójimo a pesar de los grandes riesgos que implica el pertenecer a un cuerpo de bomberos.

    Los registros históricos hablan de la existencia de cuerpos de bomberos desde la época de la Roma antigua, bajo la gobernanza de Julio Cesar, en el año 22 a.C. Otros más relatan que el primer grupo organizado de apagafuegos se debió a la iniciativa del militar romano Craso, quien lucraba con el daño que sufrían las víctimas de las llamas, ya que el aprovechado militar activaba a su grupo, siempre y cuando el dueño de la propiedad incendiada se comprometiera con el mentado vival a vendérsela muy por debajo de su precio.

    Con el paso del tiempo y conforme al desarrollo de los centros urbanos a la par de la inventiva que empezó a desarrollar herramientas y equipos para combatir los incendios, se dejó el clásico cubetazo para combatir las llamas, y se integró un mayor número de rescatistas.

    En el caso de nuestro País, los registros históricos hablan de la existencia de grupos de personas que se dedicaban al combate de incendios desde la época prehispánica y se asegura que el primer cuerpo de bomberos en México, formalmente instituido y con reconocimiento gubernamental, surgió en el puerto de Veracruz, en agosto del año 1847.

    En Mazatlán, gracias a la iniciativa del doctor Olavo Corona, justo el 13 de enero de 1942 nace el primer grupo de bomberos, constituido por gente voluntaria, cuyo número sigue prevaleciendo en la actualidad y sin el reconocimiento del Gobierno local de que dicha función es una responsabilidad gubernamental y que, por lo tanto, debería estar apoyado dentro del presupuesto de egresos como financiamiento principal, complementado con los apoyos que la ciudadanía aporta.

    Si bien es cierto que el voluntariado dentro de los cuerpos de bomberos existe en todo el mundo, también se encuentra el segmento profesional. Por ejemplo, para ser bombero certificado en el territorio norteamericano, se requiere, además de la importante actitud de ayudar a la comunidad, contar con estudios académicos básicos a nivel preparatoria, contar con la preparación de paramédico y haber cursado la carrera técnica de bombero, requisitos que no se dan en nuestro País, ya que la formación es totalmente empírica.

    En el país dominado por Trump existen varias escuelas en las que se preparan los aspirantes a convertirse en apagafuegos profesionales. Dentro de dichos centros de estudios destaca la Academia Nacional de Bomberos, asentada en Emmitsburg, Maryland.

    Es tiempo de que los municipios asuman su responsabilidad en la protección integral de la seguridad ciudadana y que vea en pesos y centavos como parte de la misma a los cuerpos de bomberos. ¡Felicidades a nuestros esforzados apagafuegos!