La indignación es un detonante de violencia y puede obrar en el ánimo de un pueblo que, después de afrontar limitaciones extremas, es propenso a interpretar el patriotismo como el bienestar, y a entender el bienestar como el apoyo económico que alivie sus necesidades, de cualquier proporción que sea. Por tanto, ese pueblo puede estar dispuesto a defender esos intereses al precio que sea. ¿Han pensado en eso los diputados morenistas que están atizando esa campaña de acusaciones? No es gratuito entonces el temor que ya hace mella entre las bancadas legislativas de la Oposición.

    Pródiga en el hecho, más que en la noticia, ha sido la quincena más reciente en la vida nacional, toda vez que la desestimación determinante emanada de la Cámara de Diputados en relación con la propuesta presidencial sobre reformas constitucionales a la Ley de la Industria Eléctrica no constituyó precisamente una noticia, pues, aunque sujeta a una palpitación de dudas, siempre fue la crónica de un hecho anunciado por la bancada legislativa de la oposición.

    Sin embargo, no existe duda de que la anulación legislativa de una reforma constitucional presentada por un Presidente de la República no es un hecho que se dé en todos los años, ni en el curso de las décadas en nuestro País. Es posible que el Presidente Andrés Manuel López Obrador estaba convencido de que su caso encuadraría en ese antecedente histórico, y así lo demostró con su rechazó ante cualquier posibilidad de negociación, al grado de no aceptar la modificación de una sola coma en el texto de su iniciativa.

    Finalmente, la realidad no coincidió con la triunfal expectativa presidencial y, salvo algunas deserciones, los legisladores de los partidos opositores sostuvieron su posición en el sentido de votar por la negativa contra la que ellos tildaron como “Ley Bartlett”, y el resultado ya quedó en la historia. Un tanto a manera de premio de consolación la mayoría legislativa de Morena aprobó a cabalidad la iniciativa de Ley Minera que otorga al Estado Mexicano la concesión exclusiva para explorar y explotar el litio.

    Pero este capítulo escrito en el Congreso de la Unión ha abierto un nuevo episodio cargado de incertidumbre con un alto grado de preocupación, y es el referente a la secuencia de la derrota legislativa de la propuesta presidencial, en la que cobra presencia la reacción visceral de los diputados morenistas, que se muestran dispuestos a extremar la represalia contra los legisladores opositores, acusados de traicionar al pueblo de México.

    Las actitudes y agresiones verbales que se han intensificado en el recinto Legislativo de San Lázaro son actualmente preámbulo de la anunciada campaña que los diputados morenistas están decididos a realizar para exhibir públicamente las imágenes de los legisladores del PRI, PAN y PRD bajo el ya mencionado cargo de traición a la Patria. Esto lo harán en diversos lugares del País, curiosamente en los estados donde se realizarán elecciones gubernamentales intermedias.

    Sin duda la intención es impactar en el ánimo del electorado y, consecuentemente, en el resultado que en las urnas pueda influir la idea de que todo lo que se presente como oposición a la Cuarta Transformación es sinónimo de traición en perjuicio de los mexicanos. Pero esa maquinación electoral puede tener efectos colaterales de imprevisible magnitud al promover la indignación del pueblo en contra de quienes obran como enemigos del lopezobradorismo.

    La indignación es un detonante de violencia y puede obrar en el ánimo de un pueblo que, después de afrontar limitaciones extremas, es propenso a interpretar el patriotismo como el bienestar, y a entender el bienestar como el apoyo económico que alivie sus necesidades, de cualquier proporción que sea. Por tanto, ese pueblo puede estar dispuesto a defender esos intereses al precio que sea. ¿Han pensado en eso los diputados morenistas que están atizando esa campaña de acusaciones? No es gratuito entonces el temor que ya hace mella entre las bancadas legislativas de la oposición.

    Se suma en esa campaña condenatoria la solidaridad expresa de destacados funcionarios de la 4T, incluida la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Sin embargo, no todo lo sucedido obra en ese sentido, pues el miércoles se registraron hechos alentadores, como la declaración del Senador morenista Ricardo Monreal, quien desacuerda con la estrategia de los diputados de su partido y se inclina por establecer un diálogo constructivo entre los legisladores.

    En ese mismo día el Presidente López Obrador invitó al diálogo a los artistas y personajes que cuestionan la obra del Tren Maya, así como a los empresarios que se sientan afectados por la política de la 4T, y este cambio de actitud activa una esperanza.

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