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Columna

Esperar duele. Olvidar duele

LA FÓRMULA DE LA FELICIDAD
23/04/2021

    El jueves de esta semana, colgué en mi página @LicOscarGarciaCoach una frase del popular escritor Paulo Coelho que desató una serie de mensajes privados de mis seguidores. Más del 80 % cuestionaba el valor de la paciencia y la desesperación que experimentan por el intento de olvidar y perdonar, y sentir que no pueden.

    Debo ser sincero, disfruto cuando se atreven a colocar ese tipo de cuestionamientos en público, porque creo que permite que el resto de mis seguidores vea que todos tenemos retos y que en algún momento hemos “padecido” ese tipo de dolores emocionales; pero también agradezco la confianza de hacerlo por una vía que les genere mayor confianza. Al final, mi intención al propiciar este grupo de aprendizaje es provocar conversaciones que nos brinden nuevas miradas, nuevas oportunidades.

    Debo todavía algunas respuestas, han sido días agitados laboralmente, razón que me lleva a buscar que esta columna regale conceptos que apoyen en una interpretación transformadora de la situación que experimentan.

    Para explicarme con mayor claridad, traigo a mi memoria una pregunta que le hicieron a Byung-Chul, filósofo y ensayista surcoreano experto en estudios culturales, integrante del claustro académico de la Universidad de las Artes de Berlín y quien es considerado uno de los filósofos más destacados del pensamiento contemporáneo por su crítica al capitalismo, la sociedad del trabajo y la tecnología. En una de sus conferencias, le preguntaron por qué en la actualidad nos duele más esperar, por qué vivimos en la impaciencia o en la inmediatez.

    Su respuesta fue contundente para mí, al afirmar que en la dinámica del mundo actual todos queremos hacer más en menos tiempo. Parece que disfrutamos vivir mega acelerados o hiper presionados por un mundo lleno de estímulos y retos; nuestra preocupación está más centrada en los resultados a lograr, que por la forma como los obtenemos y lo que experimentamos en el camino. Es casi una obligación obtener un estilo de vida que nos deje al borde del agotamiento físico, mental y ocupacional, lo que hoy conocemos como burnout o síndrome del quemado, reconocido como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud.

    Para Byung, el reto de “ser multitasking”, ese super directivo que tiene solución para cualquier problema, es en realidad una regresión, porque nos impide la contemplación y la atención plena. Vivimos en piloto automático y con la contradicción de un estilo de vida desenfrenado.

    De ahí la insistencia de los defensores de la educación positiva y los estilos de vida saludables para lograr un equilibrio y aprender a manejar las emociones, de modo que nos permitan saber esperar, saber sentir, saber reconocer. Queremos, nos hemos creado la necesidad, productos “instantáneos”, no estamos dispuestos a dar tiempo al tiempo, el necesario para que las semillas crezcan, los sentimientos florezcan en estados de ánimo óptimos y los hechos nos regalen esas señales o mensajes clave para tomar decisiones más acertadas.

    Aceptar que todo tiene su tiempo no es fácil, tiene sus propios ritmos y estos no son muchas veces los que nosotros queremos, la negación para aceptar esta realidad hace que duela mucho más. Hemos olvidado esas pausas conscientes para mirarnos y mirar a nuestro alrededor, reconociendo que todo está en movimiento de un modo u otro.

    Los dolorosos síntomas de estrés, ansiedad, depresión, incluso de aburrimiento, son por la necesidad de no pausar nuestro ritmo desenfrenado. Parece que nos incomoda no tener nada qué hacer porque nos enfrentamos a nosotros mismos, y para eso nadie nos ha preparado.

    En muchas ocasiones, es en los baches de tiempo sin nada qué hacer donde aparecen esos “pendientes emocionales” que no hemos sanado, no los hemos olvidado y están ahí como estacas resentidas buscando cómo salir; y regresamos a la mejor opción: huir para no sentir, para no pensar. Como resultado, cada vez que regresan duelen más, porque el paso del tiempo no es la mejor solución si no decidimos trabajar en esas emociones enquistadas.

    Hace poco, un gran maestro de la inteligencia emocional me decía: “La paciencia es un arte que debe aprenderse a base de entrenamiento y tolerancia hacia el desconocimiento y la incertidumbre”. Percibo que muchas veces nos da pánico esperar, puede ser casi insoportable no saber qué pasará o soltar el control de las cosas. Evidentemente, hay momentos clave de nuestra vida en los que es imposible evitarlo, experimentaremos situaciones que no estarán en nuestro tramo de control. Y llega otra afirmación aprendida: “La paciencia tiene que ver con el ser, y su opuesto, la impaciencia, con el tener”.

    También habrán leído en muchas de mis columnas, que somos capaces de ser felices a partir del momento en que tomamos la decisión de serlo, cuando reconocemos que, contra todo lo que pueda ocurrirnos, siempre existe algo que nos estimule e impulse, que nos haga en alguna medida ser y sentirnos mejor. Parafraseo la frase que dio origen a esta reflexión: “Esperar duele, olvidar duele”, pero el peor de los sufrimientos es no saber qué decisión tomar.

    Recuerda que seguimos conectados en mi pagina @LicOscarGarciaCoach y tenemos una cita el 2 de mayo en Time To Feel, el programa que transmitimos por Facebook Live los domingos a las 11:30 tiempo de Mazatlán, 19:30 tiempo de España.

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