La estética es la rama de la filosofía que trata de lo bello; se dedica, por tanto, a la apreciación artística. Resulta problemático apreciar correctamente, y de manera clara, la belleza en las obras de arte; por eso, Alexander Gottlieb Baumgarten, hacia 1735, publicó una obra titulada “Aesthética” y la designó “la ciencia del conocimiento sensible o gnoseología inferior”, para distinguirla de la Lógica, o gnoseología superior.
En otras palabras, Baumgarten señaló que existía un conocimiento originado por la sensación y percepción, que se distinguía radicalmente de lo puramente intelectual, o conocimiento claro y distinto de la lógica.
Es con Emmanuel Kant, quien distingue un juicio estético, o juicio afectivo del gusto, o manera de sentir ante una obra de arte, que esta disciplina alcanza su mayoría de edad filosófica.
La estética musical nace en el Siglo XIX, a partir de la publicación en 1854 de un ensayo del crítico vienés, Eduard Hanslick, titulado “Lo bello en la música”. Anteriormente, existía un pensamiento acerca de la música, pero no se le había dado un estatuto más rigorista; sin embargo, desde siempre se le ha reservado una consideración y lugar especial.
De hecho, en la antigua cultura griega, podemos remitirnos al mito de Orfeo y Eurídice. Como sabemos, Eurídice falleció y a Orfeo se le permitió ir al lugar de los muertos a rescatarla al compás de la música de cítara, con la única condición de que no se volteara a contemplar a su amada porque la perdería para siempre.
Se trata de un viaje del mundo audible de los vivos al mundo inaudible de los muertos. Lamentablemente, Orfeo dirigió la mirada a Eurídice y la fatalidad tocó a su puerta.
La música tiene un poder sublime, derivado de su carácter fuertemente expresivo.
¿Aprecio la estética musical?