Estrada Ferreiro, el meme de cada día
Borrar al líder y resaltar al comediante

OBSERVATORIO

    Todo indica que los culiacanenses debemos acostumbrarnos, y además reírnos, de las ocurrencias del Alcalde Jesús Estrada Ferreiro, quien insiste en cobrarles a los ciudadanos los platos que él rompe en sus arranques de frenetismo, muy cercanos a la tontería. Ahora que, si hay que buscarle el lado amable al tema, la buena noticia sería que tenemos un regular showman, pero en detrimento del Presidente Municipal que desempeña el cargo con tal sufrimiento como si cargara en la espalda un costal de piedras filosas.

    La trivialización de la función pública deviene de sociedades también en acelerada propensión a la frivolidad. Los gobernantes se amoldan al modelo donde la conversación pública trata lo superficial y elude las cuestiones de profundo interés colectivo. En este viraje de las tecnologías de la información y la comunicación hacia lo superfluo, Estrada Ferreiro prefiere ser un meme en lugar de esforzarse por ganarse la simpatía de los culiacanenses mediante la eficiencia en el desempeño del puesto.

    Desde la caricaturización de sí mismo, teje historias de venganzas políticas que ni “El Zorro” (ese personaje justiciero creado a principios del siglo veinte por Johnston McCulley) hubiera consumado de mejor manera. Ante la negativa del Congreso del Estado para incrementar el cobro por predial, arremete contra la población que acude al Parque Culiacán incrementándole al doble la cuota por estacionamiento. Y les endosa la culpa a los diputados por no acceder a modificar las claves catastrales del municipio.

    Y allí va conquistando audiencias, pero perdiendo credibilidad. A los modestos automovilistas que transitan a velocidad inmoderada les siembra topes por toda la ciudad como implacable vendetta de quien impone castigos y plastifica la presencia de la autoridad, mientras a los que organizan arrancones con sus autos lujosos ni los ve y mucho menos los corrige. Hay semáforos descompuestos y ni siquiera señaliza los arroyos de circulación, aunque los agentes de la Policía Vial recaudan aprovechando dichos intersticios de la ciudad sin ley y sin gobierno.

    Los accidentes automovilísticos con el impacto que tienen en los indicadores de homicidios culposos son para Estrada algo así como kamikazes urbanos donde la víctima se expone por su gusto. Y si los motociclistas se han vuelto peligrosos alteradores de la movilidad citadina, pues hay que prohibirles a las empresas que vendan motocicletas. Si un peatón resulta atropellado es porque no se fijó al cruzar la calle.

    Cree que un crítico es un enemigo, la sugerencia de enmienda la interpreta como intromisión y la represión contra los contrarios la confunde con ley y orden. Al que reclama derechos lo envía a Barandilla, al que pisotea las garantías constituciones le provee impunidad. Anda buscando pleitos donde cree que los hay; al llamado a la concordia le responde con una mueca de enfado, de cansancio, de amargura.

    ¡Ah, pero qué chistoso es! Compite con “La Gilbertona” por el rating de lo banal sin tiempo para plantarse como autoridad frente a los grupos armados que se apoderan de la vía pública o domar a las fieras de metal rugiente que hacen suyas las calles de Culiacán en las madrugadas. Su desahogo consiste en irles a gritar a los legisladores en su cara que son unos traidores. Y a la raza hasta le duele la panza de las carcajadas al por mayor sin importar que al ciudadano responsable le punza el cráneo tratando de hallarle al Alcalde algún barrunto de viabilidad.

    Estrada Ferreiro no es el único, tal vez, porque el estilo se disemina al identificarlo los gobernantes como el arte de sacarles sonrisas al pueblo mientras éste soporta las calamidades que proceden de ineptitudes y trastornos con sello de insensatez. La costumbre de recurrir a lo gracioso o burlesco se ha sistematizado como oropel que envuelve el disparate haciéndolo, inclusive, que se vea agradable. Ríete aunque sea cuando ya no es posible imaginar siquiera la esperanza.

    Al final de cuentas qué más da morir de risa antes de que otras consecuencias de los malos gobiernos te aniquilen. Si te cae encima el techo ruinoso de un establecimiento comercial jamás supervisado, cuando te traga alguna alcantarilla del drenaje pluvial eternamente destapada, si el vehículo con el cafre al volante te arrastra en el cruce peatonal ante la mirada cómplice de la autoridad, o vuelas en el tope en un choque por alcance, o si al ser desalojado de tu negocio se le va un golpe letal a la Policía.

    Y reímos sin parar al cabo que nos seduce más la aptitud de Estrada Ferreiro por la comedia, que la obligación que tenemos como ciudadanos de supervisar a las autoridades y ponerles diques a sus torpezas. Por cada día que sea divertido, la distracción hará que pasen a último término los problemas que queremos resueltas, sin embargo, esa risita ocasional a flor de labios será rápido el gesto de indignación que llevaremos de por vida y por generaciones.

    Reverso

    No merece la carcajada,

    Un político gruñón,

    Que ni es un buen bufón,

    Ni él se divierte con nada.

    Sanos los necesitamos

    Continúa el proceso de confinamiento en el sector público. Ayer, para colmo de males, el Secretario de Salud, Héctor Melesio Cuén Ojeda, quien lleva el timón en Sinaloa del operativo de atención a la pandemia, se reportó contagiado con la posibilidad de que sea por la variante Ómicron. El sistema hospitalario también está semiparalizado al dar positivo la mayoría del personal médico tanto de especialidades como de medicina general. Cuidado con la afectación de la Covid-19 a las áreas esenciales. Pronta recuperación y normalización de sus funciones a aquellos que hoy más que nunca todos los necesitamos sanos.

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