Evaluar para mejorar: la incertidumbre en los aprendizajes

10/07/2025 04:02
    En Sinaloa se lanzó en 2024 una estrategia de recuperación de aprendizajes ante la violencia que enfrenta la entidad. El problema es que, sin instrumentos de evaluación claros, no es posible identificar si hay avances, estancamiento o retrocesos.

    Lograr una educación equitativa e incluyente, donde todas las niñas, niños y jóvenes estén, aprendan y participen en la escuela, requiere más que solo asistir a un plantel. De poco sirve que ocupen un lugar en el aula si no desarrollan los conocimientos y habilidades necesarias para transformar su realidad y construir un mejor futuro.

    La evaluación de los aprendizajes es una herramienta indispensable para fortalecer el sistema educativo, ya que aporta evidencia sobre lo que está funcionando y lo que requiere mejorarse. No se trata sólo de medir resultados, sino de comprender las necesidades de cada contexto para planificar de manera más justa y priorizar intervenciones que atiendan a quienes más lo necesitan. Sin esta información, las políticas educativas navegan a ciegas, y se corre el riesgo de perpetuar desigualdades en lugar de corregirlas.

    Desde inicios de la década del 2000, México le dio gran relevancia a impulsar la evaluación como herramienta para conocer el estado de la educación, visibilizar las brechas de aprendizaje y comprender las barreras que enfrentan los estudiantes. Sin embargo, a partir de 2018, las autoridades federales dejaron de priorizarla, mostrando resistencias que llevaron a la cancelación de pruebas como Planea, y a la salida de México de evaluaciones internacionales como el ERCE de la Unesco. Con la desaparición del INEE y, más recientemente, de la Mejoredu, se perdieron las últimas instituciones independientes encargadas de evaluar el sistema educativo.

    Este vacío tiene consecuencias reales. En Sinaloa, por ejemplo, se lanzó en 2024 una estrategia de recuperación de aprendizajes ante la violencia que enfrenta la entidad. El problema es que, sin instrumentos de evaluación claros, no es posible identificar si hay avances, estancamiento o retrocesos. Los últimos datos (2023-2024) de la evaluación diagnóstica de la extinta Mejoredu mostraron que los estudiantes de primaria y secundaria no alcanzaron ni el 60 por ciento de aciertos en lectura y matemáticas, lo que confirma que la crisis de aprendizaje persiste. Este desafío no se resolverá con acciones improvisadas, sino con políticas de largo plazo y con sistemas de evaluación que permitan conocer si se logran o no los aprendizajes.

    Necesitamos tener claro que las evaluaciones no deben depender de la voluntad de los gobiernos en turno, sino integrarse como una política de Estado que garantice la mejora continua de la educación. Contar con un sistema nacional de evaluación es imprescindible para ajustar y enfocar los esfuerzos donde más se necesitan.

    La evaluación es una herramienta valiosa para garantizar el derecho a aprender de cada niña, niño y joven en México. Superar los estigmas, temores y resistencias frente a la evaluación es indispensable si realmente queremos mejorar la educación y construir un país con más oportunidades de desarrollo para todas y todos. Si no existen evaluaciones de aprendizaje nacionales, será un buen momento para reflexionar cómo podemos lograr esto, desde lo local. Trabajando juntos sociedad y Gobierno será posible lograrlo.