Federico Bazúa, 7 años de servicio en Banco de Alimentos

    Todos quisiéramos que la labor del BAM fuera cada vez menor, en el esfuerzo de los gobiernos por reducir las brechas de desigualdad y de pobreza extrema. En ese sentido debemos recordar que las instituciones de la sociedad civil son un apoyo para la contención de las necesidades sociales, pero son los gobiernos los únicos responsables de atender como prioridad los asuntos de la pobreza y la precariedad. ‘Tanta sociedad como sea posible y sólo tanto gobierno como sea necesario’.

    Concluyen siete años de trabajo al frente del Banco de Alimentos de Culiacán, esfuerzo que ha buscado desde siempre reducir las condiciones de desigualdad en las que viven miles de familias en la capital Sinaloense. El Banco de Alimentos, es una institución que se dedica a dar atención alimentaria a la población más vulnerable bajo un esquema de corresponsabilidad social, básicamente gestiona donantes de alimentos para ponerlo en manos de quienes lo necesitan.

    La pobreza alimentaria es una de las más dolorosas, limita por mucho el sano desarrollo de las personas afectando su salud, sus capacidades y en los menores sus procesos de aprendizaje. La pobreza alimentaria en Sinaloa ha crecido, lejos de lo que todos pudiéramos pensar, siendo un estado productor de alimentos, los números indican que las cosas no van en buen sentido. Las políticas públicas han sido insuficientes y los esfuerzos institucionales han quedado limitados, según los datos del CONEVAL.

    Pero para eso está la sociedad civil organizada, para salir adelante cuando los gobiernos quedan limitados. Por eso es que he seguido de cerca el trabajo de esta noble institución a la que he visto trabajar en un esquema muy interesante de organización y planeación para recibir, ordenar, seleccionar, distribuir casi 3,000 toneladas de alimentos.

    Los números que entregan Federico Bazúa, los consejeros y directivos son por demás sobresalientes. De 2014 a 2021 se incrementó el padrón de beneficiarios en un 207 por ciento -Esto por supuesto tiene dos lecturas-. Además la relación de donantes de alimentos se incrementó, dando como resultado, un aumento de 1,700 toneladas a 2,900 en los últimos años.

    El Banco de Alimentos como institución ha tenido un comportamiento ejemplar, lejos de escándalos y de señalamientos. Nace hace 23 años en el sueño de sinaloenses que vieron una gran oportunidad de ayudar convocando a otros ciudadanos a donar alimentos y comida para quienes más los necesitaban. “Que ninguna persona se quede sin comer” era el dicho de doña Martita Echavarría quien, de la mano con Luis Amarante, Alan Sullivan y Alberto Coppel materializaron una institución que ha ido creciendo con el tiempo.

    Quienes colaboran en el Banco de Alimentos son ciudadanos ejemplares que regalan su tiempo en una labor humanitaria que representa una luz de esperanza en las colonias de mayor marginación de la capital y otros cinco municipios.

    Durante la contingencia sanitaria por el Covid-19, Banco de Alimentos no paró su operación, por el contrario, Federico Bazúa, el director Daniel Tapia, consejeras y consejeros, así como jóvenes voluntarios estuvieron muy activos redoblando esfuerzos porque las necesidades alimentarias se incrementaron de manera alarmante producto de la parálisis económica.

    La gente dejó de tener ingresos para satisfacer las necesidades alimentarias y el Banco de Alimentos de Culiacán tuvo que buscar más apoyos con empresarios y ciudadanos que no se rajaron ante la adversidad que se presentó. El corazón del Culiacán solidario latió más fuerte que nunca.

    Todos quisiéramos que la labor del BAM fuera cada vez menor, en el esfuerzo de los gobiernos por reducir las brechas de desigualdad y de pobreza extrema. En ese sentido debemos recordar que las instituciones de la sociedad civil son un apoyo para la contención de las necesidades sociales, pero son los gobiernos los únicos responsables de atender como prioridad los asuntos de la pobreza y la precariedad. “Tanta sociedad como sea posible y sólo tanto gobierno como sea necesario”.

    Siempre he dicho que lo mejor que pueden hacer los políticos y burócratas, es alejarse de las instituciones de asistencia privada, dejar que los ciudadanos organizados continúen con la labor altruista más allá de los intereses perversos de aquellos que no pudiendo resolver en lo público, intentan intervenir en organizaciones que inciden positivamente en múltiples causas sociales.

    Por fortuna no es el caso de esta organización que día a día, recibe cartas de agradecimiento de miles de familias que tienen con su apoyo, al menos lo necesario para alimentarse ellos y sus hijos. Por eso y más felicito la labor del Banco y deseo el mejor de los éxitos a Federico en los nuevos rumbos que emprenda. Luego le seguimos...

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