Filósofas instintivas

    ‘El dolor de una madre es siempre un dolor redentor. Tengamos presentes aquí a todas las madres que han sufrido la privación de la libertad y asesinato de alguno de sus hijos’.

    La cultura machista les negó por mucho tiempo a las mujeres el acceso a las aulas universitarias; no obstante, Madame Curie, María Montessori, Concepción Arenal y muchas damas más demostraron que las mujeres no eran de ideas tan cortas, como sentenció Federico Nietzsche.

    La tradicional Historia de la Filosofía hace hincapié en el legado de los varones filósofos, como Sócrates, Platón, Aristóteles, Agustín de Hipona, Baruch Spinoza, Blaise Pascal, Tomás de Aquino, René Descartes, Martín Heidegger, Arturo Schopenhauer, Jean Paul Sartre, Carlos Marx, Slavoj Zizek, Byung-Chul Han, Michel Onfray, Zygmunt Bauman, Jürgen Habermas, Gianni Vattimo, Oscar Brenifier, Peter Sloterdijk, por citar algunos.

    Sin embargo, desde la antigüedad existe constancia de la sabiduría reflexiva de la mujer. Basta recordar a Hiparquía de Maronea, Aspasia de Mileto, Diótima de Mantinea e Hipatia de Alejandría, hasta desembocar en Mary Wollstonecraft, Rosa de Luxemburgo, Lou Andreas-Salomé, Hannah Arendt, Simone de Beauvoir, Ayn Rand, Simone Weil, Edith Stein, María Zambrano, Martha Nussbaum, Victoria Camps, entre otras.

    No obstante, las mujeres, sobre todo las que son mamás, no necesitan obtener altos grados académicos para ser consideradas filósofas, como subrayó la escritora estadounidense Harriet Beecher Stowe: “La mayoría de las madres son filósofas instintivas”.

    En efecto, el amor de la madre es la sabiduría que redime a la humanidad. Bien dijo Gibrán Jalil Gibrán que el vocablo madre, es la palabra más bella en labios de la humanidad.

    El dolor de una madre es siempre un dolor redentor. Tengamos presentes aquí a todas las madres que han sufrido la privación de la libertad y asesinato de alguno de sus hijos. De manera inmediata nos viene a la mente la madre de Luis Enrique Ramírez, periodista recientemente asesinado, de quien extrañará hoy sus besos y abrazos.

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