La humanidad ve con preocupación los acontecimientos bélicos entre Israel e Irán, en el Medio Oriente. El enfrentamiento entre esas dos naciones puede escalar esa guerra, hasta poner en riesgo la frágil paz que priva en esa región del mundo. Esperamos que las Naciones Unidas cumpla su papel de mediación en este grave conflicto y se logre una salida negociada, diplomática, con acuerdos claros, entre esas dos naciones.
Decíamos en nuestra entrega anterior que, en el Medio Oriente, la paz pendía de un hilo sumamente delgado. Lo estamos viendo con el enfrentamiento bélico entre Israel e Irán, dos países de esa región donde, como en toda guerra, sabemos cómo ha iniciado la disputa bélica, pero nadie sabe a qué grado escalará y menos cuándo tendrá fin. Creemos que es un error de Donald Trump comprarle la falacia de la amenaza nuclear de Irán al sionista Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, que viene repitiendo el mismo viejo argumento que sirvió a George Busch como pretexto para intervenir en Irak, donde finalmente se reveló que no había habido nunca tal amenaza nuclear.
Irán ha insistido que sus instalaciones nucleares tienen exclusivamente fines pacíficos. Es lamentable que el Presidente Trump arrastre a Estados Unidos-como si esta nación no tuviera ya bastante con sus propias crisis política y económica en lo interior- a intervenir en apoyo a Netanyahu y prestarse a bombardear las instalaciones nucleares de Irán.
Hay una doble moral en esa política intervencionista, los pueblos del mundo que aman la paz están estupefactos porque a Israel, que nunca ha querido firmar el tratado de no proliferación de armas nucleares, se le permite contar con decenas de letales bombas termonucleares y a la República Popular de Irán se le imponen innumerables sanciones y ahora hasta se le bombardean sus instalaciones nucleares, las cuales siempre han reiterado que tienen fines pacíficos.
Con los bombardeos de los aviones norteamericanos en territorio persa, sólo aumenta la tensión mundial y se retrasa la solución política que el mundo está pidiendo en el Medio Oriente. Con todo y lo delicada que se ha tornado la situación en esa región, agudizada por la genocida política de “tierra arrasada” por parte del Gobierno de Israel sobre Gaza, en Palestina y, ahora, esta vuelta de tuerca belicista, con falsa bandera para atacar a Irán, aún tenemos grandes esperanzas de que se escuche la voz de los pueblos, que piden con urgencia la paz en el Medio Oriente.
Es conocido y reconocido el belicismo del Gobierno de Israel, su expansionismo no tiene límite; desde su territorio trata de dominar a sus vecinos, con una prepotencia que raya en la demencia, sobre todo porque se cree apoyado en sus planes bélicos por el Presidente Donald Trump.
Afortunadamente, se observa que el Congreso de los Estados Unidos no está dispuesto a permitir que su gobierno siga realizando, sin ni siquiera pedir su consentimiento, tales incursiones en esa guerra como aliado de Israel. Es importante la postura de los congresistas norteamericanos, que están escuchando al pueblo estadounidense que, en estos momentos, no apoya para nada esa aventura bélica en el Medio Oriente y exige públicamente que Donald Trump cumpla sus promesas de campaña, donde juraba “traer la paz en Gaza y en Ucrania y no ser un Presidente que declare más guerras”.
Lo hemos reiterado: los pueblos del mundo son amantes de la paz y la concordia entre las naciones y rechazan la guerra como forma de dirimir conflictos. “La guerra”, decía Clausewitz, un teórico clásico del tema, “es la política con otros medios”. Siempre debe haber un medio político, diplomático para dirimir los conflictos, por complicados o difíciles que sean.
Los gobernantes deberían llevar a sus países por la senda de la paz como un principio infalible. No a la guerra es la consigna que une a la humanidad. En todas las latitudes, sin distinción de credos ideológicos, de razas, de religiones la lucha por la paz es universal, no tiene fronteras.
Todos los pueblos luchan porque la paz resplandezca en todo el planeta, y rechazan la guerra de manera categórica. Sin ninguna duda, la paz está en el sentir, en la idiosincrasia de todos los pueblos.